domingo, 18 de enero de 2009

¿En nombre de quién habla la Universidad de Sevilla?

La Universidad de Sevilla, contra Israel La Universidad de Sevilla ha remitido un panfleto sin firma –pero con su membrete- en la que ataca el papel de Israel en el conflicto contra los terroristas de Hamas en Gaza, y pide un alto el fuego inmediato en la franja. La carta ha sido remitida a profesores, alumnos y medios.
La Universidad de Sevilla ha remitido a catedráticos, profesores y alumnos -y es probable que a los medios de comunicación -, un panfleto con membrete pero sin firma en el que se ataca virulentamente a Israel en el conflicto de Gaza. Concretamente se dice: "Además de causar la muerte o graves mutilaciones y heridas a personas civiles, el ejército israelí está atacando instituciones académicas y sociales que no pueden considerarse objetivos militares ni su destrucción ofrecer ventajas militares definidas y, por eso, no deben ser objeto de ataque ni de represalias."
Algunos profesores han preguntado quién es el autor del panfleto, por qué no va firmado, si el rector de la Universidad tiene conocimiento del mismo o si ha sido el Claustro de la Institución el que ha autorizado tal manifiesto.
Además, en el panfleto se dice: "La Universidad de Sevilla, en cumplimiento del principio estatutario de promoción de la paz, expresa su más enérgica condena a la violencia desproporcionada y al terror que el ejército israelí está causando contra la población civil y las instituciones académicas en la Franja de Gaza, y se adhiere a los esfuerzos por alcanzar un alto el fuego inmediato y permanente."

Pedro de Tena En manos de sectarios sin escrúpulos Yo estudié en la Universidad de Sevilla en la época febril del 68. En 1969, en la Facultad de Filosofía y Letras de la calle san Fernando, en su primer curso estudiaban, además de los que recién llegábamos a la ciudad, Alfonso Guerra y el "pelón", hoy Quico Veneno; Rodríguez Ibarra y su inseparable, ya entonces, Paco Fuentes. En las aulas, disertaban los filósofos cristianos y del OPUS, Jesús Arellano y Patricio Peñalver. En Historia, nos aportaban sus esquemas los socialistas Alfonso Lazo y Carlos Álvarez; en Arte, nos iluminaba el gran Bonet Correa. Y además, estaban Manuel Mantero, Manuel González...En fin. A pesar de las convulsiones de la época, aquello era una Universidad y muchos conservamos los apuntes de aquellos hombres y mujeres –que pocas, cierto, pero había– que verdaderamente sabían de lo que hablaban y a la institución social y civil a la que servían. Hoy, la Universidad de Sevilla, con las excepciones correspondientes y justas, parece más un engendro sectario al servicio del "progresismo" barato que una universidad crítica y abierta. Ahora apedrean al adversario o silencian lo que se no se comparte. El último comunicado de la universidad, hecho sin firma y con membrete, acusando a Israel de abominables crímenes pero silenciando los, al menos, tan abominables crímenes de Hamás que hasta los ministros palestinos reconocen, es patético y miserable.

Es patético porque produce incluso lástima y compasión el que una universidad, sobre todo si es de las principales de Andalucía y España, esté en manos de gente con tan poca vergüenza. Sí, poca vergüenza. Porque hay que tener muy poca vergüenza para elaborar un panfleto pro Hamás –que no pro pueblo palestino– y no tener la dignidad ni la decencia de firmarlo. Los estudiantes, los profesores, los catedráticos que han recibido este desecho intelectual y moral tienen que preguntar quién lo ha escrito: si el Rector lo sabía, si el Claustro lo sabía, si alguien lo sabía. Se ha utilizado en vano el nombre de la universidad, de una universidad que colabora, entre otras, con universidades israelíes, para servir a una causa política y, en este caso, terrorista, que nada tiene que ver con la institución. ¿Quién ha sido? Que salga a la luz, que dé la cara, que asuma su responsabilidad y luego, sin más dilaciones, que dimita.

Pero es que además es miserable. Lo es, no sólo porque eluda la dignidad de la autoría intelectual, sino porque usurpa la representatividad de toda una Institución, una universidad. ¿Quién es el miserable que utiliza el nombre de una comunidad universitaria plural y diversa –también en cuanto a las explicaciones e interpretaciones del conflicto Hamás-Israel en la franja de Gaza–, y se permite eliminar a las demás opiniones y visiones haciendo creer a todo el mundo que la Universidad de Sevilla tiene un pensamiento único sobre el conflicto?

En un reciente informe de El País, se mostraba cómo de las 75 universidades que hay en España ninguna está entre las 100 mejores del mundo y sólo una, la de Barcelona, está a día de hoy entre las 100 primeras europeas en los ranking internacionales. España, salvo por brillantes excepciones, no es conocida en el mundo por sus aportaciones permanentes a la ciencia. Detrás de la Universidad de Barcelona están situadas (según el ranking de la Universidad de Shanghai) otras ocho universidades españolas entre las 200 mejores de Europa. La Autónoma de Madrid, la Complutense y la de Valencia están situadas entre los puestos 100 y el 123. Un poco más abajo aparecen la Autónoma de Barcelona y la Politécnica de Valencia (en la horquilla que va de los puestos 124 al 172) y las de Granada, Sevilla y Zaragoza (las tres están colocadas entre los puestos 173 y 208).

Pero no crean que esta situación depresiva de la universidad española, y acentuadamente, de la Universidad de Sevilla, preocupa a estos sectarios. No. Tampoco les preocupa, como es natural, que si se atiende al criterio de la investigación por profesor elaborado a través de los datos recogidos en el Web of Science, en las bases de datos Science Citation Index-Expandex (SCI-E), Social Science Citation Index (SSCI) y Arts & Humanities Citation Index (A&HCI) se advierta que las Universidades de Cádiz, Málaga, Sevilla, Huelva y la Pablo de Olavide están por debajo de esta media nacional de productividad y que sólo las de Granada, Córdoba y Jaén estaban en el entorno de dicha media.

Tampoco les preocupará el hecho de que el 94,2% de los universitarios andaluces quieren ser funcionarios o trabajadores asalariados.
No, no. Les preocupó, eso sí, que en 2006, en otro acto sectario más de los muchos a que se tiene acostumbrada a la ciudadanía andaluza, la Universidad de Sevilla, regida por el entonces rector Miguel Florencio y financiada por dinero público (el público son todos los ciudadanos y no sólo los que profesan ideas de izquierda), rememorase la II República y la Guerra Civil. La excusa en un caso es que se cumplía el 75 aniversario –en realidad, ya hacía meses que se había cumplido–, y en el otro, el 70. O sea, que daba igual la fecha. Lo importante era y es rememorar acontecimientos que refuerzan los sentimientos y creencias de una parte de la sociedad contra la otra parte, pero, eso sí, con el dinero de todos. Divertido es por estúpido que en la tarjeta de la invitación que se envió a los diferentes departamentos y organismos de la universidad figurasen los colores de la bandera republicana. Suavemente, nada chillón. Rojo arriba. Amarillo en el centro y morado abajo. Qué sutil el diseñador. Qué listo el inspirador.

Ahora, es el comunicado sobre Gaza acusando a Israel y silenciando el terrorismo de Hamás. Mañana, será otra cosa. ¿Y los estudiantes? ¿Y los profesores? ¿Y los catedráticos? Razón, en el régimen.

1 comentario:

Atila el Huno dijo...

Los rectores son nombrados también por su militancia y/o afinidad política con el Régimen. Y esto seguirá así mientras el poder del pueblo esté en manos de esos clubs privados que llamamos partidos políticos. Ciertamente no merecemos llamarnos ciudadanos.