sábado, 5 de septiembre de 2009

Ole por Madonna



Le pese a quien le pese

viernes, 4 de septiembre de 2009

Apartheid en el mundo árabe


Las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, un estado árabe en el Golfo Pérsico, han transmitido a los palestinos residentes en su territorio que deberán abandonarlo en un mes. No hay ni excepciones ni explicaciones.

Según la información del periódico israelí Jerusalem Post, de la que se ha hecho eco el blog español Barcepundit, la orden se ha transmitido a todos los ciudadanos palestinos que viven en los Emiratos Árabes Unidos, un país del golfo formado por siete pequeños estados entre los que se encuentra Dubai, el más conocido de todos ellos.

Jerusalem Post cita en su propia información al rotativo Al Quds al-Arabi, periódico londinense según el cual los palestinos a los que se ha dado la orden no han recibido ninguna explicación de los funcionarios de alto rango del Gobierno que se las han entregado.

En las últimas semanas se han dado denuncias de que también se está expulsando del país a chiítas libaneses, así lo publicaba el periódico de el Líbano Al Akhbar, quedenunciaba que varias decenas de hombres de negocios y sus empleados se han visto obligados a abandonar el país.

jueves, 3 de septiembre de 2009

No había ocupación, no había pobrecitos refugiados, no existía el Estado de Israel ...


80 ANIVERSARIO DE LA MATANZA DE HEBRÓN


Emblemática masacre Gustavo D. Perednik

El gobierno israelí ha comenzado a investigar el financiamiento de algunas organizaciones que abusan de la libertad de prensa y de movimiento en Israel, para diseminar calumnias sobre supuestas violaciones hebreas a los derechos humanos.

Estas campañas, costeadas por dinero europeo, confían su éxito al hábito de muchos medios de prensa: agitar «la causa palestina» en vez de informar, tarea que es más trabajosa que demonizar al Estado judío. Así, difunden las imputaciones sobre «culpas israelíes», pero guardan silencio cuando éstas son desmentidas. Como la «causa» está por encima de la verdad, los muchos europeos que ensalzan al nacionalismo árabe en Palestina nunca revisan sus orígenes.

Dicha revisión impondría dos verdades políticamente incorrectas: que el movimiento árabe es muy joven, y que surgió como una extensión del nazismo en Oriente Medio. Aunque resulte incómodo para sus secuaces en Occidente, los protagonistas árabes admitieron sin empacho su afiliación nazi. El primer gran líder de los árabes palestinos, Hajj Amin al-Husseini (1895-1974), predecesor y héroe de Yasir Arafat, instigó en 1920 al Pogromo de Jerusalén que obligó a crear la «Haganá»o autodefensa judía.

Hajj Amin al-Husseini (1895-1974)

Husseini fue excarcelado gracias a la política británica de apaciguamiento para con los árabes, y luego fue promovido al cargo de Gran Mufti de Jerusalén. Como es norma, el apaciguamiento no funcionó, y el Mufti procedió a financiar el terrorismo antijudío desde algunas bandas clandestinas como Al-Fida’iya («autoinmolados») y al-Ija’ wal-‘Afaf («Hermandad y pureza»).

Instigador de la llamada Gran Revuelta Árabe de 1936, un año después parece haber sido el anfitrión de Adolf Eichmann en Palestina y, después de asesinar a su hermano (el más moderado Abdulla), participó del golpe germanófilo en Iraq en 1941.

Cuando éste fracasó, se trasladó a Berlín donde se reunió con Hitler el 20 de noviembre de ese año. Husseini ofreció el apoyo árabe a extender la «solución final» a Palestina, y permaneció en Alemania hasta el fin de la guerra, reclutando voluntarios musulmanes para el nazismo. Montó la División 13 de las SS («Handzar») que aniquiló a los judíos de Bosnia.

Se sabe que visitó varios campos de exterminio. Ésta era su meta; no un Estado palestino. Por ello, raramente se publica su biografía ni se exploran sus motivaciones.

En efecto, el antisionismo europeo prohíbe ciertas preguntas, tales como por qué razón los árabes palestinos no reclamaron un Estado propio hasta 1967, o qué fue la matanza de Hebrón de hace ocho décadas.

Ésta, que detallaremos a continuación, fue el resultado directo de las diatribas de Husseini y de uno de sus fanáticos, Aref el-Aref, quien pronunció en Hebrón, el jueves 22 de agosto de 1929, la incendiaria arenga que obró de detonante.

A partir de la noche del 23 de agosto, y durante tres días, la pacífica comunidad hebrea de Hebrón, de unas 800 personas, fue objeto de un terrorífico ataque árabe que asesinó a 67 judíos desarmados y obligó a todos los demás a escapar de la ciudad, que a partir de ese momento permaneció «Judenrein» por primera vez en muchos siglos. Esta historia milenaria merece una breve revisión.

Ubicada a treinta kilómetros al Sur de Jerusalén, Hebrón también es antiquísima. Artefactos de la Edad de Bronce fueron hallados en sus inmediaciones, y se considera bastante precisa la fecha de fundación de 1727 aec aludida en la Biblia Hebrea (Números 13:22).

Hebrón simboliza los albores de la historia judía, ya que hace tres milenios el rey David la eligió como sede de su monarquía (2 Samuel 2:11) y, aún un milenio antes, el patriarca de la nación hebrea, Abraham, adquirió allí su terruño (Génesis 23:16).

Durante la Edad Media visitaron la ciudad, entre otras personalidades: Maimónides (1166), Benjamín de Tudela (1171) y Petajia de Regensburg (1176). Najmánides, quien arribó a Eretz Israel en 1267, solicitó por escrito ser enterrado en Hebrón. Más tarde llegaron Meshulam de Volterra (1481) y Obadiah de Bertinoro (1488).

A partir de 1492, muchos expulsados de España, incluidos cabalistas de renombre, se establecieron en Hebrón. La consolidación de la comunidad comenzó en 1540, con el arribo de Malkiel Ashkenazi, su primer rabino, que inauguró casi cuatro siglos de convivencia pacífica con los árabes locales.

En 1925, debido al volcán judeofóbico en Europa, la escuela talmúdica («yeshivá») Slobodka se trasladó íntegramente desde Lituania a Eretz Israel, y sus 120 estudiantes aumentaron la población judía de Hebrón a 800 personas (de una población total de 18.000). Cuatro años más tarde, con 200 estudiantes se había transformado en la mayor yeshivá de la judería palestina de marras.

Uno de sus estudiantes, Dov Cohen, recuerda en sus memorias que la vida era tan pacífica que un solo jefe policial británico cuidaba de la ciudad entera. En efecto, el único policía en Hebrón, Raymond Cafferata, comandaba una pequeña fuerza local árabe (18 agentes montados y 15 a pie).

La noche del 23 de agosto, jóvenes árabes comenzaron a arrojar piedras contra los estudiantes judíos. Mataron a uno, Samuel Rosenholtz. El rabino Jacob Slonim invitó a todos a refugiarse en su casa, en donde tenía un revólver.

A las 8 de la mañana del sábado, una muchedumbre árabe rodeó la casa con garrotes, hachas y cuchillos. El único agente policial no fue suficiente para detenerlos cuando penetraron en las propiedades de los judíos.

El pogromo de Hebrón

Los árabes exigieron del Rabí Slonim que entregara a todos los ashkenazíes, a cambio de lo cual perdonarían la vida de los sefarditas. El rabí se negó y lo mataron expeditamente. En total, 12 sefarditas y 55 ashkenazíes fueron asesinados.

Diecinueve familias árabes, lideradas por Abu Id-Zaitoun, salieron a proteger a los judíos, y así salvaron la vida de varios centenares.
Husseini fue entrevistado por el periodista holandés-canadiense Pierre Van Paassen (1895-1968), quien en su autobiografía (Días de nuestros años, 1939) describió la masacre:

«Mientras los árabes de la ciudad de Hebrón dejaban sus lugares de plegaria el viernes 23 de agosto de 1929, entre ellos se distribuyeron fotografías trucadas de la mezquita de Omar en ruinas, con la inscripción de que la misma había sido bombardeada por sionistas… Un judío que caminaba hacia la sinagoga fue acuchillado hasta morir. Cuando supo del asesinato, el Rabí Slonim, que había nacido y crecido en la ciudad y que era amigo de los notables árabes, informó al policía local que los árabes parecían estar extrañamente incitados.
La respuesta fue que no se entrometiera en lo que no le competía. Una hora más tarde, una horda atacó la sinagoga y los judíos que allí rezaban fueron asesinados. En la mañana del sábado la yeshivá fue saqueada y sus estudiantes asesinados… los judíos se refugiaron en la casa del Rabí Slonim y permanecieron allí hasta la noche, cuando la muchedumbre apareció ante la puerta. Como no pudieron quebrarla, los árabes treparon los árboles detrás de la casa, se lanzaron a su balcón y penetraron por las ventanas del primer piso. Se apersonó la fuerza montada de árabes que trabajaban para el Gobierno británico, y los judíos salieron de la casa implorándoles que intervinieran, mientras desde adentro de la casa se oían gritos aterradores.
Los policías se alejaron galopando, permitiendo que los jóvenes fueran asesinados en la calle por árabes que llegaban desde todas partes para la orgía de sangre… Contemplamos el techo ensangrentado, y las habitaciones que parecían un matadero. Visité el lugar en compañía de un ex oficial de artillería austriaco y de un corresponsal del viejo Berliner Tageblatt… mesas y ventanas habían sido destruidas, y vimos genitales y pechos de mujer esparcidos en el suelo. Mientras observábamos la destrucción, un soldado británico abrió la puerta con una bayoneta. Entró el gobernador del distrito de Yafo, Keith Roach, seguido de un coronel. Miraron en derredor y Roach preguntó: «¿Almorzamos ahora o vamos primero a Jerusalén?»

La flema de los ingleses ante la brutal agresión condice con la información de que estaban alertas de la inminente violencia, ya que el Alto Comisionado Británico había ordenado a varios hospitales que prepararan camas para atender el estallido de los desmanes. Por ello, el día de la matanza, un gentío de árabes vociferaba en Jerusalén «¡Muerte a los judíos! ¡El gobierno está con nosotros!»

Según el testimonio de Raymond Cafferata: «Cuando escuché los alaridos desde la habitación, subí por un túnel y vi a un árabe degollando a un niño con su espada. Cuando me vio se lanzó contra mí, pero falló». En Hebrón se decapitó a bebés, se castró a hombres, se violó y torturó; se amputaron manos y dedos.

Protegidos por vecinos árabes, sobrevivieron 435 judíos.
Al mediodía llegaron refuerzos británicos, y los árabes detenidos fueron obligados a enterrar los cadáveres de las víctimas en tumbas colectivas. Mientras lo hacían, cantaban celebrando su hazaña. El Alto Comisionado, John Chancellor, visitó la ciudad después del pogromo, y escribió a su hijo: «No creo que la historia registre muchos horrores peores que éste en los últimos siglos».

A mediados de junio pasado, quien escribe estas líneas visitó Hebrón por última vez, en celebración de la boda de una sobrina. Unos quinientos judíos viven hoy en la ciudad, cuya población total llega a 150.000 (en 1967, los árabes de Hebrón sumaban 40.000).

La pequeña y pujante comunidad hebrea retornó a Hebrón a partir de la Pascua de 1968; su presencia allí es garantía de que la violencia judeofóbica no sea premiada con la exclusividad árabe en la ciudad, según exigen muchos árabes y sus aliados europeos.

Frente a ellos, hay árabes que anhelan paz y convivencia, como el Sheikh Abu Khader al-Jaberi, heredero de aquellas valientes familias que en 1929 salvaron al remanente judío de Hebrón.

El liderazgo palestino no condena la matanza de Hebrón ni a sus perpetradores; y la política europea estimula precisamente a ellos.
Hebrón regala varias moralejas:

1) Que la perseverante enseñanza de la verdad histórica permitirá paulatinamente que los europeos conozcan en qué consiste el conflicto en Oriente Medio, muy lejos éste de ser una campaña liberadora contra el pérfido sionismo;

2) Que los medios tienen un rol fundamental en la instigación de la violencia. Hace ocho décadas, la foto trucada de la mezquita en ruinas; hoy en día, las caricaturas nazis en la prensa, como las del barcelonense Carlos Romeu Müller; (nota de El Rejunte: o el reciente libelo antisemita en un periódico sueco)

3) Que el Gobierno de ocupación británico en Palestino, lejos de ayudar a los judíos a crear su Estado, fue cómplice de la agresión árabe;

4) Que el movimiento nacional árabe palestino nació nazi, y jamás llevó a cabo una autocrítica al respecto;

5) Que la historia judía en Israel no tiene parangón en su antigüedad y continuidad, y que los temporarios alejamientos de los judíos de esta tierra siempre fueron impuestos por fuerzas foráneas;

6) Que actuar a favor de la exclusividad árabe en Hebrón es alentar a las bandas más sanguinarias y retrógradas de entre los árabes;

7) Que los palestinos valientes no son los que matan y educan a sus niños en la autoinmolación, sino los que, muchas veces a riesgo de sus propias vidas, optan por defender la paz.

Fundación Hadar

Vía: http://elrejunteil.wordpress.com

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Sangre por petróleo


En el nombre de Alá, clemente y misericordioso.
Diego E. Arria


Ex embajador de Venezuela en la ONU

Con esta invocación anteceden sus intervenciones los musulmanes y es casi la misma que fue argumentada por el secretario de Justicia de Escocia para justificar la infame decisión de ordenar la libertad del oficial de inteligencia libio Abdel Basset Ali al-Megrahi, cuya salud estaría en estado terminal. Megrahi cumplía desde el 2001 una condena a cadena perpetua por el asesinato de 270 pasajeros, de 14 nacionalidades, que viajaban en el vuelo 103 de PanAm caído en Lockerbie.

Inexplicablemente este agente libio fue el único responsabilizado por la comunidad internacional, como si pudiese haber cometido semejante acto por cuenta propia. Algo no concebible bajo un régimen dictatorial como el del coronel Muammar el-Gadhafi, considerado como un estado terrorista, hasta que en el 2003 acordó “comprar'' su reingreso a la comunidad de naciones pagando $2.7 mil millones a los familiares de sus víctimas, cancelando sus planes nucleares y -sobre todo- ofreciendo contratos a las compañías petroleras.

Si bien es cierto que Escocia tiene latitud para administrar justicia, es evidente que la decisión rebasaba su competencia y comprometía la responsabilidad política del Reino Unido --no importa cuánto intenten hoy sus autoridades desligarse de ella. No es necesario apelar a Sherlock Holmes para sugerir que detrás de tal decisión se encuentra la extraordinaria riqueza petrolera libia. Es precisamente por estas consideraciones que Tony Blair visitó a Gadhafi en Trípoli, como también lo hizo el príncipe Andrew en su calidad de representante especial para el comercio y el desarrollo internacional. Y más recientemente el mismo primer ministro, Gordon Brown, reunido con el dictador libio en Roma.

Pero lo más sugerente y escandaloso es que días antes de la decisión escocesa el ministro británico Peter Mandelson estuvo reunido en Corfú con un hijo de Gadhafi, Saif al-Islam el-Qaddafi, quien declaró que la decisión estaba enmarcada en consideraciones comerciales. Y como si no fuera suficiente, Trípoli anunció la concesión de un contrato por $900 millones para British Petroleum.

No es de extrañar entonces la declaración del coronel Gadhafi agradeciendo a ”su amigo Gordon Brown por interceder ante las autoridades judiciales de Escocia'' para liberar a su agente. De esta manera Escocia carga con la infamia de la decisión judicial y el Reino Unido aprovecha para realizar fabulosos negocios con Libia.

La decisión de Escocia --ante la permisividad del gobierno de Gordon Brown-- le ha permitido a Gadhafi la oportunidad de celebrar como un héroe a un terrorista causante de la muerte de tantas personas. La oportunidad en que se produce este vergonzoso hecho no puede sino interpretarse como un presente a Gadhafi con motivo de los 40 años en el poder que celebra este mes. Este comportamiento es claramente desconsiderado con los familiares de las víctimas. Pero también ofende al Consejo de Seguridad de la ONU y a los países que originalmente acordaron las sanciones contra Libia, solicitadas principalmente por el Reino Unido.

¿Y qué importancia tiene para nuestra parte del mundo esta controversial decisión? Creo que mucha. En marzo de 1992, cuando ejercía la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU, me correspondió negociar el proceso que culminó con la decisión histórica de aprobar por unanimidad la primera resolución del Consejo contra el terrorismo que fundamentó el régimen de sanciones impuestos a Libia. Al día siguiente, el 1 de abril, turbas organizadas vandalizaron e intentaron incendiar la embajada de Venezuela en Trípoli.

Incluso en una comunidad internacional tan flexible y acomodaticia no deja de llamar la atención el hecho de que Libia ocupe hoy un puesto como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Esta realidad demuestra una vez más la importancia que tiene el petróleo para saciar el apetito de las grandes naciones, que las lleva a hacerles olvidar sus compromisos y responsabilidades internacionales, como es el caso de la decisión de liberar al terrorista libio.

Es la misma consideración que explica cómo otro petro-estado como el venezolano, cooperador demostrado de las FARC, la principal organización narcoterrorista del continente, sea visto como un barril de petróleo sin fondo y no como la amenaza en que se ha convertido. Libia y Venezuela han demostrado que gracias al petróleo pueden comprar impunidad y silencio para sus actos, aunque estén asociados al terrorismo.

Ante esta realidad no sería una sorpresa que el gobierno francés, que ha demostrado especial interés en profundizar sus relaciones comerciales y políticas con el régimen venezolano, decida complacerlo y le entregue por “consideraciones humanitarias'' a Carlos Illich Ramírez, alias el Chacal, quien cumple una condena a prisión perpetua en Francia.

Cortesia de Ana Steimberg

Reenvia: www.porisrael.org

martes, 1 de septiembre de 2009

Yahiliyya

Yahiliyya (la ignorancia) de Occidente
Por George Chaya

Diariodeamerica.com

http://www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=5429

La palabra árabe yahiliyya significa “ignorancia sobre la yihad”, es tal vez la mejor y mas amplia palabra del árabe literal para definir el conflicto ideológico actual que plantea la yihad global a un Occidente que no ha comprendido aún que el islamismo yihadista busca la fusión de todos los musulmanes en una única comunidad política en la que los creyentes de otras religiones tienen una sola opción: “convertirse al Islam si desean sobrevivir”. El yihadismo se trata de una ideología que sostiene que el mundo islámico está en “el final de una era de debilidad y abuso occidental” y “al inicio de otra, de recuperación de la gloria, el honor y el renacimiento de su poderío”, una nueva fase que sólo será alcanzada mediante la acción de la yihad. Sin rodeos y con claridad de palabra esta es la piedra angular del pensamiento del yihadismo global.

Esta es la retórica en la que se sustenta el yihadismo para constituirse en revolucionario, totalitario, maximalista, antisistema, judeofobo y opresivo, y de esa manera, se mantiene en perpetua guerra frente a lo que define como apóstatas e impíos con un objetivo fundamental: instaurar regímenes defensores de la sha’ria en el conjunto de la umma y destruir toda religión o ideología (socialista, nacionalista, capitalista o liberal) que impida el desarrollo de la fe de los creyentes. Los yihadistas plantean una lucha de la religión contra la blasfemia, de lo correcto contra lo equivocado. Se presentan como protectores de un orden moral innegociable y usufructúan la sensación de impotencia que padecen los musulmanes esgrimiendo la necesidad de ejercer un poder arrebatado, aunque la realidad es que son ellos quienes han secuestrado la creencia de millones de musulmanes que son sus primeras victimas, baste con observar los ataques suicidas y las matanzas diarias entre sunnies y chi’ies en el Irak actual.

En la concepción del yihadismo los musulmanes están predestinados a estar inmersos en un conflicto permanente entre el bien y el mal, entre la fe y el ateismo; la yihad sostiene que el hombre sólo puede situarse en dos estados: el de creyente o el de infiel, el de la sabiduría o el de la ignorancia, no hay término intermedio; se hace la yihad con la palabra o con la espada en cualquier lugar o por el contrario se estará traicionando al mundo islámico y sometiéndolo en favor del dictado de los infieles. Desde estos postulados, Occidente se encuentra en un estado absoluto y completo estado de yahiliyya (ignorancia) y los musulmanes en un estado permanente de debilidad motivado por la intimidación y el asalto de los infieles yahiliyye’s (ignorantes). En la concepción yihadista “la guerra no es un fenómeno terrible ni la paz es el estado natural de las sociedades”; muy por el contrario: “la guerra es la condición perpetua y el hombre está inmerso en una permanente batalla contra aquellos impulsos internos que le separan de la fe y contra los enemigos externos de aquella”.

Los defensores del yihadismo postulan como exclusivamente válido el corpus jurídico desarrollado históricamente por la escuela hambalí, (la más rigurosa) la que genera mayor grado de rechazo a las sociedades abiertas y liberales y cuenta entre sus paladines con los clérigos y juristas más ultraconservadores del Golfo Pérsico. De acuerdo con los principios doctrinales defendidos por estos subalternos de Usama Ben Laden, “es imposible devolver a los musulmanes a su época de esplendor a través de la razón, el diálogo, la negociación, la coexistencia o el compromiso político con los apostatas y los infieles, contrario a ello, será sólo a través de la fuerza que se les puede y se les debe llevar a los enemigos hasta la capitulación”. Entre los adversarios no sólo se identifica a judíos, cristianos, budistas o ateos sino también a aquellos líderes musulmanes que se convierten en apóstatas si no aplican la sha’ria o si anuncian una legislación que se pretenda superior a la reconocida como estrictamente islámica. Estos gobernantes se transforman automáticamente en blanco de los yihadistas por aplicar el paganismo o un paganismo moderno (yahiliyya) que no sólo representa la cara opuesta del ideal de sociedad islámica sino que supone una amenaza directa al orden religioso y moral que emana del mensaje del profeta; por tanto, merecen y deben ser castigados por creer en el dominio del hombre por el hombre y no en la sumisión del hombre a la voluntad de Allah.

Así mismo, la yihad se presenta como el único camino aceptable para recuperar los territorios en los que ha regido el Islam (Al-Andalus es el objetivo mas relevante en la visión de Bin Laden) y para defender aquellas zonas en que los musulmanes están en lucha, por tanto, se describe y reconoce como un acto de autodefensa contra los que conspiran para socavar las bases de la sociedad, la religión, la cultura y los valores del mundo islámico. Desde el salafismo armado se entiende que la “yihad ofensiva” es una obligación colectiva que se debe ejecutar cuando los infieles están desprevenidos y desorganizados, es también un deber librarla contra apóstatas y ateos si suponen una amenaza grave e inminente para la umma así como para ampliar la comunidad islámica donde no haya llegado. La “yihad defensiva”, de forma complementaria, se plantea como obligación individual: nadie necesita el permiso de nadie para llevarla a cabo sino simplemente obedecer al mandato de Allah expulsando a los infieles del territorio musulmán, desde el más cercano al más lejano.

Los yihadistas entienden que EE.UU. y sus aliados se valen de su poder militar, económico y político pero también de instrumentos como la ONU, la UE, las corporaciones multinacionales, los medios de comunicación y las agencias humanitarias convertidas (a su juicio) en eficaces y peligrosos vehículos de espionaje. El mensaje de renovación y de revolución del islamismo yihadista parte de la base de que hay tiempos de peligro y de crisis para el Islam, un peligro que no procede únicamente de los territorios y los individuos no musulmanes, sino también del interior del mundo islámico; ante este diagnóstico la yihad emerge como el único sendero para la restauración del esplendor del Islam, lo que requiere un esfuerzo máximo espiritual y armado y lo que implica que ningún creyente está exento de participar en esta lucha para alcanzar la universalidad y unidad indisoluble de la umma.

Entre los objetivos enmarcados doctrinalmente por los defensores de la yihad se encuentra la liberación de los lugares santos del Islam (La Meca y Medina) del yugo y la influencia de EE.UU., la liberación de Al-Quds (Jerusalén) de la ocupación de Israel y el establecimiento de gobiernos islámicos en los que impere la sha’ria en aquellos países musulmanes con ejecutivos laicos o apóstatas.

En su apelación a la ideología para recurrir a la lucha armada con el fin de subvertir un orden mundial considerado injusto, Ben Laden no introduce ninguna novedad en la teoría de la toma del poder por la acción revolucionaria, esto no es mas que una forma análoga a la instrumentalización que este líder ha hecho de la tradición yihadista en base a la teoría marxista de la que se valió Lenin para argumentar que un Occidente corrupto estaba intentando imponer a escala mundial los valores sociales, económicos y culturales del capitalismo. Ambos, tanto Bin Laden como Lenin convergen en la idea que acabar con las sociedades libres es el único medio para abrir la vía tanto al Estado comunista como al Califato islámico, para uno como para el otro el fin justifica los medios para alcanzarlo, aun si es necesario el más amplio e irrestricto uso de la violencia. En esta materia, los ideólogos de la yihad entienden que es necesario conducir la violencia contra el enemigo hasta el nivel de devastación en que las pérdidas materiales y humanas le resulten intolerables ante la opinión pública y culpan luego a EE.UU. y a Europa por sus acciones en pretender convertir Oriente Medio en un gran protectorado Occidental.

Algunos gobiernos europeos, la actual administración estadounidense, sus periodistas, académicos e intelectuales adictos se reiteran en errores emergentes de la corrección política (siempre estéril) en la lucha contra el terrorismo cuando sostienen que no debe deslizarse la idea de que los musulmanes no se oponen activamente al terrorismo, y que ello es contraproducente en términos generales; que debe dejarse de manifiesto que hay ataques de componente antisemita que son perpetrados por jóvenes musulmanes deslindados de aquellas tramas organizadas y planificadas que entran en los circuitos del terrorismo internacional y que no es conveniente que los medios de comunicación contribuyan a crear un clima de alerta generalizado sobre eventuales atentados desviando la atención de otros asuntos diarios de interés general. Esos mismos poderes se han entregado con menor entusiasmo a reafirmar que la respuesta ante la amenaza yihadista debe centrarse en un triple accionar: a) el militar, con fuerzas de intervención apropiadas a las exigencias que presenta el nuevo escenario de seguridad; b) el legal, con nuevas disposiciones normativas para combatir la fisonomía cambiante del terrorismo; y c) el moral, con una reafirmación definitiva e inquebrantable de los valores de la tradición judeocristiana que en definitiva son los que han contribuido a que la libertad germine, se extienda y arraigue en las sociedades occidentales.

La victoria sobre el terrorismo se conseguirá, pero ello habrá de ocurrir cuando la dirigencia política crea en ella y asuma sus responsabilidades institucionales. No será desde el buenismo y la tolerancia que se logre neutralizar a los intolerantes y violentos. Occidente está obligado éticamente a respaldar la democracia y la libertad, y para ello deberá soltar el lastre que representan quienes desde las elites políticas y desde algunas alcantarillas por las que transitan (voluntariamente) tanto académicos menores como consagrados intelectuales y periodistas de la plumilla sosteniendo que es posible el entendimiento cuando no el abrazo con los racistas que creen en la opresión, rinden culto al odio y se obstinan en socavar la paz mundial, la prosperidad y la seguridad de la comunidad internacional.

En otras palabras, lo que se observa como realmente grave y de inclinación suicida es que en el “Salón Oval” y algunas oficinas relevantes de Washington, Madrid y Londres, infortunadamente no se está comprendiendo que favorecer el diálogo y la distensión para mercadear o dilatar la agenda islamofascista implica no entender las dimensiones expansionistas del pensamiento alimentado por el yihadismo radical.

www.georgechaya.org

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