viernes, 31 de octubre de 2008

Cuando te excluyen por apoyar a Israel


Contempla enfadada a la izquierda

Roí Beit Levi entrevista a Pilar Rahola para Haaretz.
Publicado en Haaretz del 17.10.2008, suplemento "La Semana", pag.10

Traducción del hebreo al español: Jaime Lerner
http://www.pilarrahola.com/
Reenvia: porisrael.org

"Hay en España y en Hispanoamérica mucha gente de izquierda que cree defender a la justicia atacando a Israel, pero la mayoría de esas gentes no se toman la molestia de formularse a sí mismos los arduos interrogantes sobre la real situación en Israel y pretenden ser poseedores de toda la verdad. De tal manera favorecen la mentira."

A última hora del atardecer responde al llamado telefónico desde el automóvil, en camino a su casa desde el estudio de radio. Desde el "cuarto de guerra" móvil ella libra dos guerras: por una parte lucha con el tránsito atestado de Barcelona a mediados de semana, y por otra la otra, en la medida de sus fuerzas hace todo lo posible para continuar defendiendo el buen nombre de Israel: una meta no menos desafiante.

Pilar Rahola, periodista y política española catalana, que la próxima semana contará cincuenta años, es una de las voces más entusiastas e importantes en el mundo hispano parlante en cuanto se relaciona con la discusión pública del conflicto palestino-israelí. Escribe tres artículos semanales en el periódico barcelonés "La Vanguardia", de amplia difusión en los sectores de la izquierda, publica artículos en los principales periódicos de la Argentina y de Chile. Participa como integrante del panel en un programa político de la televisión catalana y en el programa semanal de TV de la cadena Antena 3 española, interviene en diversos programas radiofónicos y dirige un blog muy activo (www.pilarrahola.com). Además, un programa satírico de televisión ha presentado una muñeca con su imagen.

Cerca de 500 millones de hispano parlantes se ven expuestos, casi todos los días, a noticias sesgadas y unilaterales sobre el conflicto del Medio Oriente y a críticas acérrimas, virulentas, malintencionadas y tendenciosas en todo lo que hace al accionar de Israel en la franja de Gaza y en Cisjordania. Solamente un puñado de hombres públicos y de periodistas aborda el conflicto con más equilibrio. Y Pilar Rahola, a diferencia de muchos de ellos, no lo hace por razones religiosas. No es judía, y por eso no puede ser sospechada de alinearse automáticamente con el pueblo judío. Se define a sí misma como firme mujer de izquierda y como católica no creyente. Por eso se halla exenta del ardor mesiánico-derechista que -también a ojos de los mismos israelíes- de inmediato presumen que afecta a muchos de los partidarios de Israel en el exterior.

Pilar Rahola ha visitado Israel decenas de veces, ha escrito centenares de notas y artículos, en los que ha condenado al terror islámico y a la patológica posición anti-israelí de la izquierda europea, que despide una tufarada de antisemitismo. Ha sido entrevistada y ha participado en miles de emisiones políticas en televisión, habiéndose hecho acreedora de una posición muy destacada en los medios de España y de Hispanoamérica. Sin embargo, la presente entrevista para el periódico "Haaretz" es la primera oportunidad en la cual su fascinante y admirable personalidad se desvela ante el público israelí.

"Pareciera que luego de tantos años de sufrir ataques, los israelíes no se han habituado a que los defiendan" -expresa Rahola. "Se interesan mucho más en quienes los critican que en aquellos que los defienden, mas en verdad, a mí eso no me afecta. Yo no hago lo que hago para ser simpática ante el público español o el israelí, sino para defender los principios en los que creo".

¿Qué es lo que hace que una "catalana de buena familia" dedique una considerable parte de su vida a defender a un país extraño y lejano?

"Eso tiene una explicación biográfica. Provengo de una familia que ha sufrido mucho por sus ideas políticas, como otras tantas familias de España. El hermano de mi abuelo fue el primer condenado a muerte en tiempos del régimen de Franco. Ha sido la mía una familia fiel a la República Española, que sostuvo el derecho de los catalanes a un estado propio.

Otros familiares fueron miembros del parlamento español y activaron en la política local de Barcelona, siempre en la tendencia de izquierda del mapa político. Hasta hoy día lucho contra la opresión de las mujeres en la España machista. Y me esfuerzo por despertar la memoria de Europa cuando ella procura reprimirla y se empeña en no decirle la verdad a una sociedad que teme oír esa verdad".

Cierto es que las diversas inflexiones lingüísticas son un motivo que torna a volver en su decir. La elección de las palabras no es casual: en cuanto doctora en filología española y catalana, Pilar Rahola es consciente del poderío del idioma y de la fuerza que tiene la retórica de los medios en la formación de la opinión pública. "No me veo a mí misma como alguien que defiende a Israel" -quiere subrayar-,"sino como alguien que defiende la verdad. Tengo muchas críticas a diversas resoluciones del gobierno de Israel. No me parece bien todo lo que Israel ha hecho a lo largo de los años. Pero hay una diferencia primordial, por una parte, entre la crítica racional al gobierno, a las diversas acciones de ese gobierno, y por la otra los ataques descontrolados y criminales a la existencia misma de Israel".

No solo víctimas y verdugos

Pilar, cuando contaba veinte años, comenzó a escribir sobre Israel no mucho después de su primera visita a dicho país. Luego postergó un poco las labores periodísticas (que incluyeron también la cobertura, desde Jerusalén, de la primera guerra del Golfo) y lo hizo en aras de la dirección de la editorial catalana "Portic" y de la escritura de varios libros (personales y políticos). Posteriormente encaró una carrera política no muy prolongada, pero plena de actividad, como vice alcaldesa de la ciudad de Barcelona. El retorno al centro de la escena pública en España e Hispanoamérica, en lo que atañe a Israel, tuvo lugar luego de la operación "Muro Defensivo" en la ciudad de Jenin, durante el año 2002.

"Los medios españoles estallaron de tanta ira y tanto odio a Israel" --afirma--. "En los periódicos se habló de genocidio, de limpieza étnica y de la ruina total de la sociedad palestina. Quien conoce la realidad de Israel no tuvo otra alternativa, sino dar un paso al frente y tomar partido. No sólo me alisté del lado de Israel, sino contra la manipulación mediática, contra la presentación simplista de "malos y buenos" y, principalmente, contra el nihilismo del terror islámico. Creo que los palestinos tienen derecho a un estado independiente, pero también sostengo que la mejor manera de defender ese derecho es condenar el terror, condenar la veneración de la muerte y la devastación y el odio enfermizo a Israel en cuanto estado y en cuanto esencia. En los medios españoles e hispanoamericanos sólo es posible hallar víctimas --los palestinos, por supuesto-- y verdugos, los israelíes. Como periodista y como mujer de izquierda, yo debo luchar contra esa mentira".

-Tus amigos de la izquierda española dirán que son ellos quienes luchan por la verdad

"La izquierda siempre ha proclamado que su principal cometido es mejorar la vida de los hombres. Pero en la izquierda muchos han creado una versión grotesca y monstruosa de esa concepción del mundo. La dictadura de izquierda es hermana gemela de la dictadura de derecha. Siempre me ha preocupado el fascismo, mas no me preocupa menos el pensamiento dogmático de las gentes de izquierda que niegan el pensamiento libre y el debate público y reemplazan las ideas mediante consignas".

"Hay en España y en Hispanoamérica mucha gente de izquierda que cree defender a la justicia atacando a Israel, pero la mayoría de esas gentes no se toman la molestia de formularse a sí mismos los arduos interrogantes sobre la real situación en Israel y pretenden ser poseedores de toda la verdad. De tal manera favorecen la mentira. Cuando se trata del conflicto del Medio Oriente, la mayoría de los intelectuales europeos se apartan del pensar y no hacen otra cosa que repetir clichés vacíos. Ese antiisraelismo de la izquierda y de los medios es una tapadera del antisemitismo. No existe otro país que sea objeto de tales odios y críticas infames. Ningún otro país es blanco de reiteradas amenazas a su existencia por parte de otros estados integrantes de la ONU, y el mundo calla. A las causas es dable hallarlas tanto en la historia cercana cuanto en la lejana".

"El antisemitismo clásico, cultural, en apariencia fue rechazado en España por la gente de izquierda, pero sigue fluyendo en nuestro ADN aunque en España casi no hay judíos. Bebimos y comimos antisemitismo en nuestras ceremonias religiosas, en las escuelas religiosas en las que estudiamos, en nuestro folklore. Mi padre solía contarme que cuando era niño acostumbraba corretear con un revólver de juguete para cazar judíos, y mi abuela, de las mujeres que la incomodaban solía decir que "son más feas que un rabí", no obstante que ella no sabía en absoluto que cosa es un rabí".

"Pero no es ese antisemitismo el que realmente me preocupa. Me preocupa que en nombre de la solidaridad, de la justicia y de la búsqueda de la libertad, durante largos años la izquierda europea haya justificado el antiisraelismo estalinista. Eso, por ejemplo, es lo que demarcó el camino de la izquierda española. Esa izquierda concibió a Israel como enemigo, como invasor, como mano derecha de los Estados Unidos, el Gran Satanás. Los intelectuales que hoy día atacan a Israel desde la izquierda se criaron en esos moldes de pensamiento".

"La izquierda traiciona sus propios principios. No lucha contra las grandes dictaduras. No lucha por los derechos de los verdaderos oprimidos. Es obsesiva en sus críticas a los Estados Unidos y a Israel, y al mismo tiempo que con ellos se ocupa hace poco caso, por ejemplo, de cientos de miles de muertos en Darfur. Esa es la verdadera y gran vergüenza de la izquierda, no la situación en Israel".

"A todo eso se le suma, por supuesto, el sentimiento de culpa de los españoles por lo ocurrido en tiempos de la expulsión de los judíos de España y, en especial, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Y nuestro modo aberrante de enfrentarnos con ese sentimiento es, precisamente, atacar a Israel. Porque cuanto más malvado sea Israel, tanto menor será nuestra culpa. Los ataques a Israel son la manera de purgar nuestra conciencia y a eso no lo admito de ningún modo".

Antisemitismo sin judíos

En Barcelona se llevan a cabo numerosas manifestaciones en las cuales muchachos y chicas catalanes, tocados con kefías, gritan las consignas más extremas en contra de Israel y de los Estados Unidos, dos democracias estables. Pues si ellos no son estalinistas. ¿Por qué irrumpen entonces en las calles?

"En las universidades de Barcelona existe una corriente de opinión muy evidente. No hace mucho se publicó una encuesta del Ministerio de Educación de España sobre la cuestión de la inmigración, en la que se preguntó a los alumnos de educación secundaria cuál es la minoría más odiada y más amenazadora. La mayoría de los alumnos eligieron responder que son los judíos, si bien jamás en los días de su vida han visto un judío. Esos son los alumnos que ingresan a las universidades".

"En el pasado los catalanes se identificaban con Israel, pues era ejemplo de un pueblo perseguido que luego de muchos años consiguió su propio Estado. Pero hoy día los jóvenes optan por la parte "débil". La cuestión es por qué esos jóvenes no piensan que decenas de muertos en el atentado contra un autobús no son víctimas y por qué piensan que el terrorista de la yihad, que se reventó a sí mismo, es un héroe. Pues si se hubiera tratado de un terrorista de ETA, del país vasco, es claro que lo habrían condenado. La respuesta estriba en el antisemitismo que mamaron en la niñez, en los profesores antiamericanos que tienen en las universidades y en los medios que los envenenan en contra de Israel. No hay dudas de que esa actitud está muy de moda hoy día en España".

Si es cuestión de modas. ¿Es posible que el odio a Israel también "pase de moda"?

"Eso es lo que procuramos hacer y por eso es por lo que luchamos. Mientras tanto, para mal de males, aquel que no es anti israelí inmediatamente pasa a ser sospechoso. Muchas veces me han preguntado como puedo ser una mujer de izquierdas y apoyar a Israel. Mi respuesta es siempre la misma: ¿Cómo puede alguien ser de izquierdas y no criticar al terror de manera acerba y clara? ¿Cómo puede alguien pensar que la ideología islamista extrema contiene en sí la liberación? ¿Cómo puede ser que todo el mundo árabe viva bajo regímenes dictatoriales? ¿Cómo es posible denominar a todo eso como una concepción del mundo de izquierda?".

Tu alineamiento con Israel ¿te ha excluido del campo de la izquierda en España? ¿Te has sentido "incomunicada", amenazada?

El pensamiento libre es un territorio aislado y hostil. Cuando alguien sigue su camino y no es arrastrado por la corriente humana, queda más expuesto a los peligros. Recibo amenazas a mi vida y me difaman. Por mis ideas he perdido amigos apreciados, pero solamente por las ideas referidas a Israel.

En el pasado formulé críticas muy acerbas a la sociedad española, a su relación discriminatoria hacia la mujer, a las horribles toreadas --que son casi sagradas en España-- y sobre diversas cuestiones económicas y sociales. Jamás algún amigo me dio por eso la espalda. Mas cuando eso ha llegado a la cuestión israelí, por ello he pagado el precio".

"A veces me preguntan si no temo. A mi modo de ver, esa pregunta señala el gran problema de nuestra sociedad. Si tememos hablar libremente, permitimos que el miedo predomine sobre la razón. Si Europa se rinde a sus miedos, como ocurrió luego que se publicaron las caricaturas de Mahoma en la prensa danesa, o después del crimen del cineasta holandés Theo Van Gogh --entonces triunfará el fundamentalismo.

Brillantemente acertada.

jueves, 30 de octubre de 2008

La banda del capitán araña


Ante su incapacidad de frenar la insurgencia en Afganistán
EEUU se plantea pactar con algunos talibanes

El gobierno y las fuerzas armadas de Estados Unidos se están planteando «decididamente» la posibilidad de negociar con algunos elementos de los talibanes, ante su incapacidad de frenar la insurgencia en Afganistán y las zonas fronterizas de Pakistán, informa hoy «The Wall Street Journal».
La idea cuenta con el respaldo del propio general David Petraeus, quien desde el viernes próximo será el comandante para todas las fuerzas estadounidenses en una zona que abarca tanto Irak y el resto de Oriente Medio como Pakistán, Afganistán y los países de Asia Central.
Los «altos cargos de la Casa Blanca» y «altos mandos militares» a los que cita el rotativo internacional con sede en Nueva York apuestan por establecer pactos con algunos dirigentes de los talibanes, semejantes a los que EEUU hizo en Irak con determinados grupos suníes para invertir la espiral de violencia.
Los «funcionarios» anónimos consultados por el diario resaltaron que las negociaciones serían principalmente entre el gobierno afgano y líderes tribales leales por un lado y dirigentes talibanes de nivel medio o bajo, por otro, y que EEUU tendría sólo un papel secundario, en apoyo a las autoridades de Afganistán.
«Nunca nos vamos a sentar a la mesa con el mulá Omar», dijo un funcionario estadounidense, en alusión al líder de los talibán que se encuentra en paradero desconocido desde la invasión de Afganistán y el derrocamiento del régimen taliban, dirigida por EEUU, a finales de 2001.
«The Wall Street Journal» señala que ya hace un par de semanas Petraeus se expresó a favor de iniciar estas conversaciones con los elementos «menos extremistas» de los talibanes. También sostuvo que el respaldo del bien considerado general «podría asegurar que la política se aplique, gane quien gane las elecciones del mes que viene» en EEUU.
El periódico recuerda que tanto el candidato demócrata a la presidencia, Barack Obama, como el republicano, John McCain, han hecho propuestas parecidas.
También señala que el gobierno de Kabul, que cuenta con el respaldo de EEUU y el resto que los países que contribuyen a las fuerzas internacionales en Afganistán, está actualmente negociando en Arabia Saudí con personas afines a los talibanes.


Muy propio de los USA. Para ellos nunca nadie es suficientemente repelente como para no poder comprarlo. O al menos eso creen. Así les va como les va.

martes, 28 de octubre de 2008

Lapidada por adúltera



ACUSADA DE ADULTERIO
Los islamistas somalíes lapidan hasta la muerte a una mujer



Los islamistas somalíes han lapidado hasta la muerte a una mujer acusada de adulterio, en la que ha sido la primera ejecución pública perpetrada por las milicias islámicas desde hacía dos años, según informaron hoy testigos presenciales.
La mujer fue ejecutada ayer por la tarde en presencia de cientos de personas reunidas en una plaza de la ciudad portuaria de Kismayu (sur), ocupada por los insurgentes islamistas el pasado mes de agosto.
Los guardias abrieron fuego en el momento en que un familiar corría hacia ella y causaron la muerte de un niño, precisaron los testigos.


¿Alguien se imagina si el niño hubiera muerto en una refriega militar en la que hubieran participado tropas USA o israelíes? a estas horas todas las televisiones estarían mostrando la brutalidad imperialista y/o sionista. De la mujer ejecutada por adúltera mejor callarme ¿que más puedo decir que no haya dicho ya?

lunes, 27 de octubre de 2008

En Turquía se resisten a ser enterrados bajo el manto del islam

FALLO DEL CONSTITUCIONAL POR NO RESPETAR EL LAICISMO

Duro golpe para las aspiraciones de Erdogan, el amigo islamista de ZP


Le han echado valor, porque el riesgo es enorme. Y lo han hecho con la Constitucón en la mano. El aparato laico de Turquía ha vuelto a dar otro golpe a las aspiraciones islamistas del Gobierno de Erdogan. El Tribunal Constitucional turco, la más alta instancia judicial del país, ha establecido que los miembros del gobernante Partido por la Justicia y el Desarrollo de Turquía (AKP), incluido el primer ministro y amigo de Zapatero, Tayyip Erdogan, no respetan el laicismo del Estado y han sido acusados de promover actividades anti seculares.

La Corte, que estudió la ilegalización del AKP, dictaminó el pasado mes de julio que la formación de Erdogan no era ilegal, poniendo fin a una batalla judicial entre los islamistas y la élite secular del país. Sin embargo, el partido fue acusado de intentar impulsar la ley islámica en una nación de mayoría musulmana pero con un texto constitucional secular, lo que dejó las heridas abiertas entre laicos e islamistas.
Según ha determinado el Tribunal, "se debe aceptar que el partido se ha convertido en un foco de actividades anti seculares debido a su interés por cambiar algunos artículos de la Constitución turca".

Dentro de las consideraciones de la Corte, el ministro de Educación, Huseyin Celik, entre otros miembros del AKP, es uno de los principales promotores de este tipo de actividades que chocan con los principios constitucionales, en referencia al intento del AKP de levantar la prohibición de llevar velo en las universidades.

Enfrentamiento por la ley del velo

En el seno del sistema educativo y el aparato laico del Estado, el Gobierno de Erdogan llevó a cabo la reforma judicial que permitió el pasado febrero que las mujeres pudieran estudiar en la universidad con la cabeza cubierta por el turban o pañuelo islámico. Una reforma que posteriormente fue anulada por el propio Tribunal Constitucional. Erdogan no tardó en cargar contra los poderes seculares turcos, entre los que se encuentran jueces y militares al frente, y aseguró que el Alto Tribunal no respetaba "la voluntad popular".

Esta decisión del órgano judicial turco más importante rebrota las tensiones políticas entre el Gobierno islamista de Erdogan y los poderes laicos en un país aún inestable que aspira a la integración en la Unión Europea (UE).

El único gran país musulmán miembro de la OTAN cuenta con un 99% de población musulmana, pero el enfrentamiento por el poder entre islamistas y laicos se arrastra desde 1960. Turquía ha vivido desde entonces tres golpes de Estado e intentonas militares. El AKP, formación islamista moderada, gobierna desde 2002 y el año pasado barrió en las urnas con más del 47% de los votos. Erdogan ha impulsado el crecimiento económico y las reformas políticas pasando a ser el político mejor valorado del país.

La pugna por el poder

- Noviembre de 2002. Los islamistas, al poder. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), nacido de una escisión del proscrito Partido del Bienestar, gana las elecciones parlamentarias. Cuatro meses más tarde, Recep Tayyip Erdogan, ex alcalde de Estambul condenado por "fomentar el odio religioso", es rehabilitado y elegido primer ministro.

- Octubre de 2005. Camino a Europa. El Gobierno de Erdogan impulsa la integración en Europa. Turquía inicia las negociaciones para la adhesión a la UE. En política interna, el primer ministro pone en marcha profundas reformas para democratizar la sociedad turca, enarbola la bandera contra la corrupción y dinamiza una economía que salía de una profunda crisis.

- Mayo de 2007. El veto a Gül. Atendiendo un recurso de los grupos laicos, el Tribunal Constitucional veta la designación del ministro de Exteriores, el islamista Abdulá Gül, como presidente de la República. Erdogan anticipa las elecciones legislativas.

- Julio de 2007. Nueva victoria del AKP. Erdogan queda reinvindicado con la rotunda victoria de su partido, que logra el 47% de los votos. El nuevo Parlamento designa a Gül presidente de Turquía.

- Febrero de 2008. La polémica del velo. La decisión del Gobierno de levantar la prohibición del uso del velo islámico en las universidades provoca la airada reacción de los sectores laicos. En junio, el Constitucional anula la ley y vuelve a prohibir el uso del pañuelo. Tres meses antes, el fiscal del Tribunal Supremo presenta una demanda para ilegalizar al AKP por "ser un foco de actividades antilaicas".
Se resisten, se resisten pero lo tienen difícil, mu difícil. Están solos, Eurabia no los apoyará, al contrario.

domingo, 26 de octubre de 2008

El Papa verdugo


Un Papa, que militó en las Juventudes Hitlerianas, quiere beatificar a otro que, por esas mismas fechas, colaboró con entusiasmo en el exterminio de judíos por parte de los nazis. ¿Nos extrañamos?

El Papa frenó causa de Pío XII por relación con Israel

La causa de beatificación del polémico Papa Pío XII (1939-1958) ha sufrido un traspié a raíz de la oposición del judaísmo, que acusa al ex Sumo Pontífice de hacer la vista gorda ante la Shoá. Parte de la comunidad judía acusa a Eugenio Pacelli de ser pasivo ante el Holocausto. Ahora el Vaticano anunció que hará una investigación más profunda antes de firmar la beatificación.
El Papa Benedicto XVI decidió ahora iniciar una investigación más profunda y dejó el tema sin firma.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, confirmó que “no ha firmado todavía el decreto de las virtudes heroicas” de Eugenio Pacelli, y que el asunto “está siendo objeto de estudio y de reflexión”. Lombardi pidió además calma a católicos y judíos.
Se trata del último giro en una controversia sobre si el Papa nacido en Alemania debería promover la santificación del Papa Pío XII, que tuvo el liderazgo católico durante la época nazi.
El sábado, el Vaticano instó a católicos y judíos a detener las presiones sobre el asunto de la santificación. El año pasado, el departamento encargado de ese proceso en el Vaticano votó en favor de un decreto reconociendo las “virtudes heroicas” de Pío XII, un paso en el largo proceso hacia una posible santificación que se inició en 1967.
Hasta ahora Benedicto XVI no ha aprobado el decreto, una etapa necesaria para la beatificación, el último paso antes de la santificación, optando por lo que el Vaticano ha llamado un período de reflexión.

Una rápida biografía de Eugenio Pacelli

Eugenio Pacelli no fue el santo torturado por un «drama interior de rara intensidad» (Xavier de Montclos) [9] que tanto estima la historiografía católica institucional, ni tampoco la «oveja negra» que John Cornwell opone a su predecesor Pío XI, presentado como antinazi y defensor de las democracias contra el Eje.

Puesto al servicio de la política alemana del Vaticano, este germanófilo convencido era llamado Tedesco (el Alemán) en Italia y Polonia. Se le consideraba tan seguro (ante Gasparri se había ocupado de batallar contra Francia desde la fase de ruptura con la Santa Sede, a principios de siglo) que en la primavera de 1917 fue nombrado nuncio en Munich a pedido de Erzberger, jefe del Zentrum («Partido católico») e intermediario del Reich en las relaciones con la Curia (incluyendo en el plano financiero).

Se rodeó de una camarilla de extrema derecha que lo siguió durante toda su vida, en una Baviera cuya tradiciones antisemitas eran tan virulentas como las de Austria, de la que había formado parte hasta principios del siglo XIX.

A partir de entonces, el Reich garantizó su carrera, cosa que habían previsto algunos diplomáticos franceses, convencidos desde 1920 de que Pacelli lograría de Berlín al menos la Secretaría de Estado, quizás hasta el trono de San Pedro. El nuncio, como el clero bávaro -que se encontraba de hecho bajo sus órdenes-, estuvo permanentemente ligado desde el principio de los años 20 a los grupúsculos de extrema derecha que abundaban en Baviera.

Pacelli se reunía frecuentemente con Ludendorff, íntimo de Hitler, en aquel nido de los terroristas del Reich, que se habían «refugiado» allí (en realidad con la complicidad del poder central de Berlín) después de haber asesinado a enemigos políticos que simbolizaban la República de Weimar, preferentemente judíos -como Rathenau- o (y) bolcheviques, liberales, inclusive católicos si habían apoyado el tratado de Versalles, como en el caso Erzberger.

Los franceses lo sabían pues no perdían ni pie ni pisada a aquel prelado que los odiaba tanto como a los «judeo-bolcheviques» alemanes o polacos. El antisemitismo de la Iglesia del periodo que constituyó el intermedio entre las dos guerras mundiales es un hecho comprobado y el debate sobre este no persigue más objetivo que saber si se trataba de un antijudaísmo o si se estaba convirtiendo en un antisemitismo «racial» (völkisch).

El de Pacelli era una mezcla remarcable y espectacular de ambos. Su correspondencia bávara, durante la época de la «república de los Consejos», revela su enfermiza obsesión hacia los «judíos de Europa central» bolcheviques [10]. Como todo völkisch, veía en cada judío un bolchevique y a la inversa.

Ver el antibolchevismo como único motor de su acción sería, sin embargo, admitir que fue esta la única obsesión de los pangermanistas. Hay que subrayarlo tanto más cuanto que en el momento en que se impuso como una verdad la ecuación entre nazismo y comunismo, se presenta de buena gana como plenamente justificada -e incluso como democrática- toda cruzada anticomunista.

Se considere legítimo o no, el antibolchevismo no justifica por sí solo el comportamiento de la Curia y de su representante, no solamente en Alemania sino, de hecho, en toda la esfera germánica del antiguo imperio austro-húngaro. No es solamente por combatir el peligro rojo que el Vaticano apoyó al Reich en todas sus empresas territoriales (reconociéndole sobre todo el derecho a heredar toda la antigua Austria-Hungría) y políticas, y que combatió ferozmente a Estados tan poco bolcheviques como Francia y sus aliados de Europa oriental, beneficiarios de los tratados de 1919-1920.

Abogado incansable de los derechos del Reich contra Versalles, como nuncio en Munich, después «en el Reich» (novación de 1920), más tarde como secretario de Estado del Vaticano (a partir de febrero de 1930), Pacelli contribuyó ampliamente desde principios de los años 1920, con el aval de sus superiores -Benedicto XV y (desde 1922) Pío XI-, a la reunificación total (incluyendo a los nazis) de la derecha alemana.

Su jefe Pío XI y todos los personajes claves de la Curia mostraron tanto entusiasmo como él por la promoción, sobre todo después de las elecciones de septiembre de 1930, de la solución nazi. La presentaban a los países de la antigua Entente, contra toda lógica e incluso -insisto en ello- con conocimiento de causa, como una urgencia nunca vista ante la amenaza del bolchevismo (aunque el KPD, Partido Comunista Alemán, no llegó nunca más allá del 16% en sus mejores resultados, durante las elecciones de noviembre de 1932, en una Alemania invadida por la marea de la extrema derecha).

La mención de este inmenso apoyo se impone en momentos en que los «arrepentimientos» de Juan Pablo II acaban de presentar el Reich de Hitler como un «Estado nazi pagano», «que se enraizó fuera del cristianismo» y segregó un antisemitismo extraño a este último. Fue por tanto a esos mismos paganos que la Santa Sede, incluyendo a Pacelli aunque no fue él solo, les facilitó el Concordato del 20 de julio de 1933, fabuloso regalo del que Mussolini y Hitler se regocijaron ruidosamente.

Una de sus cláusulas secretas (la otra tenía apuntaba a la organización de la Iglesia católica dentro del ejército alemán, en aquel entonces en proceso de formación clandestina) estipulaba que, cuando las tropas del Reich invadieran Ucrania, los clérigos germánicos o germanizados, adeptos todos de un antisemitismo tan visceral como su antibolchevismo, convertirían al fin ese gran territorio ortodoxo. ¿La Curia tenía la intención, en ese caso, de proteger a los millones de judíos de Ucrania?

Pacelli dejó seguramente su huella en esa política, que la Santa Sede adoptó como suya, sin desaprobarlo sino promoviéndolo. ¿O acaso se puede calificar de castigo su nombramiento como secretario de Estado a principios de 1930? Sin encontrar la menor oposición por parte de Pío XI, Pacelli hizo posible la carrera espectacular de los elementos más nazis de la Iglesia austriaca y la alemana o de toda (fracción) de nacionalidad implicada en la liquidación de la Europa de los tratados de 1919-1920.

Es importante citar nombres: el austriaco Hudal, rector del Instituto romano de la Anima, uno de los pilares del pangermanismo que se pasó de lleno al nazismo, campeón del Anschluss, nombrado obispo de Ela para festejar el advenimiento de Hitler, glorificó mediante la pluma -en 1936- la alianza entre la Iglesia y el nazismo y exaltó el antisemitismo «eliminacionista» (para utilizar la expresión de Goldhagen; Gröber, «el obispo pardo» (der braune Bischof) de Friburgo (desde 1932), miembro activo de las SS a partir de 1933, encargado por Pacelli de misiones políticas decisivas antes y después de 1993, publicó con el aval de Roma -en 1935, el año de las leyes de Nuremberg- un «manual de cuestiones religiosas» que le convirtió en campeón de la sangre y de la raza contra los judeo-bolcheviques, a los que fustigaba en numerosos «artículos»; después de años en el Germanicum de Roma, otro vivero del pangermanismo que se hizo nazi, Pacelli aupó al croata Stepinac al arzobispado de Zagreb en 1937: «gobernador de Zagreb» en 1939, donde garantizaba «la influencia hitleriana» (según Charles-Roux, embajador de Francia), este arzobispo, antes de convertirse en el segundo personaje oficial de la Croacia «independiente» de Ante Pavelitch, anteriormente a la invasión alemana del 6 de abril de 1941 contra Yugoslavia, encarnaba, durante la era todavía yugoslava de la secesión antiserbia, el antisemitismo financiado por el gobierno hitleriano.

Pacelli, como Pío XI, no ignoraba detalle alguno sobre la suerte que corrían los judíos alemanes desde febrero de 1933. Prohibió toda protesta sobre la persecución desatada contra las Iglesias nacionales (incluyendo la francesa, cuando el arzobispo Verdier, de París, expresaba débilmente sus deseos en ese sentido), específicamente durante el «boicot» nazi contra los judíos del 1ero de abril de 1933.

En septiembre de 1933, cuando Pío XI le hizo plantear al Reich, en una nota oficial, la cuestión de los judíos convertidos (los otros no le interesaban a Roma), se batió rápidamente en retirada a partir del momento en que el consejero Klee de la embajada alemana le pidió «bajar el tono» sobre ese asunto «racial».

Convertido en Papa en marzo de 1939, mostrando su amor por el Reich en arranques que extasiaban a von Bergen, Pacelli fue, en el excepcional puesto de observación mundial del Vaticano, inmediatamente informado sobre las atrocidades alemanas, no en el verano de 1942 -cuando los norteamericanos lanzaron una campaña de prensa sobre el exterminio, que se encontraba entonces en su etapa más aguda- sino desde los primeros días de la ocupación de Polonia.

Mucho se ha hablado de sus silencios sobre las víctimas del Eje, poblaciones atacadas, bombardeadas, polacos, judíos, serbios, cíngaros, enfermos mentales alemanes asesinados por el régimen ya antes del comienzo de la guerra y sobre el destino de los cuales, los archivos alemanes son categóricos en cuanto a esto, Pacelli estaba perfectamente informado, al igual que sobre todo lo demás.

Eso es omitir que Pío XII habló mucho a partir de 1939, por lo menos tanto como Benedicto XV. Este último, durante la guerra anterior, no había dicho una palabra sobre las desgracias de los pueblos atacados, deportados (como los belgas que los ocupantes alemanes sometieron a trabajos forzados), o sobre el genocidio contra el pueblo armenio que perpetró la Turquía, aliada del Reich, hecho que evoca en una extraña mención sobre Armenia en su famosa nota del 1ero de agosto de 1917, insertada ahí porque el Reich había prometido «dejarle los armenios a Turquía». Sin embargo, a partir de 1917, no dejó, como su secretario de Estado Gasparri (el predecesor de Pacelli hasta 1930), de lamentarse sobre la terrible suerte de las ciudades y de la población alemana.

Pacelli-Pío XII fue tan locuaz como su predecesor, desde el principio de la guerra, sobre las «necesidades vitales» del Reich, expresión transparente sobre los derechos del Reich a hacer cualquier cosa para alcanzar sus objetivos que acuñó por su alter ego Kaas, jefe del Zentrum alemán que él mismo puso a la cabeza de esta organización en 1927-28 y que fue junto a él un artífice mayor de la adhesión total de ese partido al ascenso del nazismo al poder.

Lloró y protestó a propósito de un posible bombardeo contra Roma (a partir del verano de 1940), sollozó en lo tocante al de las ciudades alemanas, desde 1942, pataleó contra la fórmula de «capitulación sin condiciones» de Alemania proyectada por los Aliados en 1943, etc.

Como Benedicto XV, preconizaba una «paz» bautizada como «cristiana», una «paz de perdón» sin castigo ni reparaciones impuestas a los verdugos. Su vehemente protesta, el 19 de julio de 1943, contra el bombardeo de Roma, y su visita inmediata a los lugares afectados fueron juzgadas tan indecentes por sus amigos norteamericanos que estos lo colmaron de reproches recordándole sus escandalosos silencios anteriores en cuanto a Londres, Coventry, Varsovia y todo lo demás.

No se limitó a callar sobre las masacres o hacer juegos de palabras con su secretario de Estado Maglione y su colaborardor Montini -el futuro Pablo VI- cuando los norteamericanos le pidieron que hablara, en el verano de 1942: la exterminación de los judíos no estaba comprobada, había sido «exagerada por los Aliados», no podía denunciar las «atrocidades alemanas» sin denunciar las de los Soviets, etc. Con su apoyo, la Iglesia se implicó activamente, en el este de Europa, en el exterminio y sus ventajas materiales: franciscanos de Croacia participantes en las masacres de judíos y de serbios, prelados ucranianos, eslovacos, húngaros, rumanos, etc., convertidos en heraldos de la cruzada contra los «judeo-bolcheviques».

Todos dirigieron y bendijeron con todas sus fuerzas a los asesinos, los famosos «auxiliares» cuyo papel esencial en el exterminio explicó Hilberg. Todos estuvieron directamente implicados en el saqueo de los bienes de los víctimas, al cual dio su aval el Vaticano (en latín, específicamente mediante Marcote, el nuncio nombrado en la Croacia «independiente»).

Lo que pasó en occidente es menos conocido que lo que sucedió en Europa del este ya que los lazos entre las jerarquías nacionales occidentales y Roma no fueron investigados después de la guerra (durante los años 50, los regímenes comunistas, confrontados a una extraordinaria oposición clerical, acabaron por sacar a la luz los archivos de los años de guerra que los fugitivos no pudieron destruir o llevarse por completo). No evocaremos aquí el notorio caso de Vichy, cuyas prácticas antisemitas no conmovieron ni a la Santa Sede ni a su nuncio, Valerio Valeri, a quien De Gaulle expulsó rápidamente (seguramente no sólo a causa de su antisemitismo).

¿Cómo interpretar, sin embargo, el hecho que Pío XII escogiera a Hudal, eterno aliado de los nazis y futuro salvador de los verdugos de los campos de concentración -entre ellos Stangl- para negociar, en octubre de 1943, con la comandancia militar alemana la deportación de los judíos de Roma organizada bajo sus propias ventanas? «Cuestión delicada [y] desagradable para las relaciones germano-vaticanas», pero felizmente «liquidada» en menos de dos semanas, comentó el nuevo embajador del Reich, von Weiszaker.

¿Qué decir del prolongado silencio pontifical sobre la masacre que ordenó Kesselring de 335 rehenes romanos, entre ellos gran número de judíos, en los Fosos Ardeatinos, sobre la Vía Ardeatina, el 24 de marzo de 1944, al día siguiente del ataque de los partisanos contra 55 miembros de las SS. El silencio no fue roto hasta dos años más tarde por la Civilità cattolica, el vocero más claro y sincero de la Santa Sede, según afirmaba Louis Canet, consejero canónigo del ministerio francés de Relaciones Exteriores (de 1920 a 1946).

Esa publicación, la revista jesuita que deberían leer los incondicionales de Pacelli que no lo conocen bien, esperó hasta 1946 para referirse a la «masacre» como simples «represalias de la Vía Ardeatina» [11].

Von Weiszacker, alto personaje de Weimar y del régimen nazi, durante mucho tiempo secretario general del Auswartiges Amt (el ministerio alemán de Relaciones Exteriores) había reemplazado a von Bergen, que representaba a Alemania ante el Vaticano desde hacia 23 años, para dedicarse, junto a la Santa Sede, a negociar con los anglosajones una paz separada a espaldas de los rusos. La maniobra falló, pero la presencia alemana se mantuvo después de la liberación de Roma por los norteamericanos, en julio de 1944.

Pío XII se esforzó, con éxito, en salvar del castigo a aquellos excelentes alemanes, a los que se seguía presentando como la indispensable barrera contra los bolcheviques, presentados estos a su vez como una grave amenaza para Roma y para toda Italia.

El Papa asumió en efecto doblemente el apoyo a los criminales de guerra:

- 1. Durante la guerra, festejó a los representantes de estos, empezando por los de Ante Pavelitch. Señalemos de paso que -revelación que no parece incomodar a ningún partidario de Pío XII- el texto de conversión forzosa de los serbios, otro genocidio croata de la guerra que no fue obra únicamente del verdugo jefe de Estado. Aquella orden de Inquisición del Vaticano, cuyo ejecutor por definición fue Stepinac, ya que era arzobispo de Zagreb, llevaba también la firma del Secretario de la Congregación Oriental (contra su voluntad, lo cual está confirmado) el francés -de la región de Lorena- Tisserant, quien reconoció esto después de la guerra en presencia de un diplomático francés.

Este único dato da idea del tipo de oposición que practicó el hoy casi santo Stepinac, campeón del Estado «independiente» croata, ante el régimen de Pavelitch.

El expediente de Croacia, Estado bienamado de Pacelli, es aún más cargado de lo que puede pensarse ante la organización de masacres al aire libre contra los ortodoxos que rechazaban la conversión. Hay que mencionar sus matanzas indiscriminadas de judíos, serbios y miembros de la resistencia, incluyendo a los propios croatas, sus campos de concentración mantenidos por franciscanos que mataban con mazas, hachas y cuchillos y que -como el de Jasenovac- no tenían nada que envidiar a las industrias alemanas de exterminación creadas en Polonia, sus saqueos de los bienes de las víctimas, etc.

El Papa no encontró nada que decir, pero su colaborador Tardini habló y calificó de «errores» de juventud lo que Falconi definió como una «repugnante mezcla de carnicerías y de fiestas» [12].

- 2. Después de la guerra, asunto que no se menciona en El Vicario, aunque es muy revelador, Pío XII organizó con Montini -hombre de confianza a la vez de los alemanes y de los norteamericanos- y Hudal la red de salvamento para los criminales de guerra, las «Rats Lines» financiadas por Estados Unidos.

Para ello puso a cooperar a toda la Iglesia romana, a los miembros de las órdenes en primer lugar, así como a los seglares, en todos los países, incluyendo Francia, en esta obra prioritaria de salvamento de los Touvier que habían bañado en sangre la Europa ocupada (30,000 contando únicamente a los que escaparon gracias a la red del padre Draganovic); albergó en los palacios del Vaticano a ilustres «refugiados», entre ellos ex-ministros de monseñor Tiso, como Karel Sidor, autor de la legislación antijudía de la Eslovaquia «autónoma» anterior a marzo de 1939.

La energía que desplegó Pío XII para salvar a los verdugos para reciclarlos en sus propios países o enviarlos del otro lado del océano (pasando por Génova gracias a su arzobispo Siri) es otro elemento indiscutiblemente acusatorio contre «el Papa de Hitler».

¿En qué representa un insulto para los creyentes católicos de 2002, en Francia o en otros países, un cartel que ilustra los años de guerra del reinado de Pacelli bajo esta alianza indiscutible? Volvamos a los hechos que son los «silencios de Pío XII» y a sus acciones entre 1939 y 1945, aclaradas mediante los archivos verdaderos, aquellos que no estaban destinados a ser publicados.

Y esperemos que los gritos de las falsas víctimas no logren desviar una vez más la atención de la cuestión de la responsabilidad de Pacelli en los sufrimientos de las verdaderas.

Annie Lacroix Riz
(profesora de Historia Contemporánea en la universidad París VII, autora del libro El Vaticano, Europa y el Reich de la Primera Guerra Mundial a la Guerra Fría).

La misma Iglesia que respaldó el "trabajo" de Hitler, la misma que adoraba a Franco, le da cancha ahora a los islamistas abriéndole sus puertas.