viernes, 1 de mayo de 2009

El silencio complice

Sr. Presidente, su silencio sobre la muerte de mujeres palestinas es complicidad
Por Nahid Abu T’eima
(Jefa de Producción en Ma’an Networks Bethlehem studio; originaria de Gaza, ahora vive y trabaja en la margen occidental, con sus hijos)

Traducción para porisrael.org: José Blumenfeld
Fuente: www.Infomedio.org
Traduccion y distribucion: www.porisrael.org

Sr. Presidente,

Comprendo las cargas políticas que lleva usted sobre sus hombros. Sé cuan ocupada está su agenda, la terquedad de nuestro ocupante y el desastre y los excesivos desacuerdos con nuestros hermanos en Gaza. Conozco nuestros incesantes temores y las cuestiones acerca de cuándo tendremos a Gaza de vuelta y cuándo terminaremos de derrotarnos a nosotros mismos; debe tomarle una gran parte de su tiempo.

Le escribo en mi nombre y en nombre de muchas mujeres, aún cuando no soy, de ninguna manera, una representante designada.

Escribo en nombre de muchas mujeres, de modo que puedo dejar de sentirme responsable cuando mi sociedad permanece encadenada al ver cómo mujeres son asesinadas por nada; aunque todos decimos que sabemos que asesinar es ilegal y viola nuestras enseñanzas religiosas.

Sr. Presidente, menos de dos semanas después que usted firmó, este mes de marzo, la Convención de la ONU Sobre la Eliminación de Toda Forma de Discriminación Contra las Mujeres en el Día Internacional de la Mujer, Tahani Uda, una chica de la aldea de Habla, al sur de Qalqiliya, fue asfixiada hasta la muerte por su propio hermano.

Hace una semana, Ula Safi, de 31 años, del campo de refugiados Al-Maghazi en la Franja de Gaza central fue asesinada por sus familiares con el pretexto del así llamado “honor familiar”. Hace pocos días, una familia completa fue asesinada y los asesinos usaron la palabra “honor” como defensa.

Yo, y las mujeres por las que hablo, deseábamos que ese incidente fuera el último. Ayer Rihab Al-Hazin, 28 años, del Campo de Refugiados Nusayrat en Gaza fue asesinada por su familia; y el ciclo continuará y continuará…

Le escribo porque estoy convencida de que usted puede proteger nuestro derecho a vivir y puede ayudarnos a obtener justicia. Usted puede detener la matanza de muchachas cuyo único crimen es ser mujeres.

Hasta que a los asesinos les sean asignados los pecados que cometen contra las mujeres, los asesinatos no cesarán.

Le escribo a usted, Presidente Abbas, porque usted está a cargo y se le pedirá una explicación de porqué decenas de mujeres están siendo asesinadas por miembros de sus familias cada año. Usted puede detener estos asesinatos de “honor” de un plumazo y decirles a nuestras familias que no hay honor en el asesinato. Nuestro noble Profeta Mahoma fue citado diciendo, “Cada individuo es responsable por sus súbditos”, así que también usted debe asumir la responsabilidad. No más blandura para los asesinos.

En todo lo que usted hace, le enfatiza al mundo que somos un pueblo civilizado; mostró nuestro apoyo a los derechos de las mujeres cuando firmó el CEDAW. Pero una sociedad que permite a asesinos matar por mera sospecha sin ser castigados es una ventaja dirigida por una tiránica ley que alienta y legitima el asesinato.

Así que yo pregunto, nosotras preguntamos: ¿Cuántas mujeres deben ser asesinadas por sus padres, hermanos o primos antes de que nos demos cuenta de que esto no es civilizado? Les pregunto a aquellos a los que les atañe decirme, decirnos, ¿Cuántas mujeres serán asesinadas antes que las facciones políticas, sus líderes y todos los procuradores de justicia tomen acción?. Si supiéramos cuantas quizás podríamos, de alguna manera, pagar el rescate de nuestras vidas.

Sr. Presidente, la historia no dispensa a nadie y nosotras las mujeres, como la historia, no olvidaremos y no perdonaremos.

Los palestinos escriben acerca de la constancia y el coraje de nuestras mujeres, las llaman guardianas de la cultura palestina; lindas palabras.

Mientras los escritores palestinos escriben, las cortes han aprobado 70 leyes relacionadas con la emisión de moneda; no han aprobado ni una sobre ley de familia o sobre el status de las mujeres.

Sr. Presidente, estamos hartas de ser combustible. Estamos hartas de gente asesinando a nuestras mujeres y vanagloriándose de que pusieron fin a la vergüenza de la familia. Estamos hartas que nadie cuestione la vacuidad de estas jactancias. Estamos hartas de las explicaciones de honor.

Yo - nosotras – somos infieles, no creyentes, en nuestra débil sociedad. Estamos hartas de tener un Ministerio de Asuntos de la Mujer que no exige, -cada vez que una mujer es asesinada por sus parientes-, un alto al sacrificio pagano de mujeres. Estamos hartas de nuestra debilidad y derrota por una herencia que legaliza nuestro asesinato.

Sr. Presidente, le escribo en nombre de aquellas que son sacrificadas cada día. Le digo que el silencio es complicidad.

Sr. Presidente, no queremos ser asesinadas sólo porque somos mujeres, dignas para proteger el honor familiar con nuestra carne. Rechazamos el castigo de mujeres y ser etiquetadas como las más criminales y merecedoras de muerte.

Sr. Presidente, un mes después de la mentira conocida como “Día Internacional de la Mujer” continuamos agradecidas por que haya firmado el CEDAW como un esfuerzo para protegernos. Pero necesitamos más. Necesitamos un decreto presidencial que nos diga a nosotras y a nuestros asesinos que no habrá más inmunidad; que un asesino es un asesino, sin tener en cuenta el sexo de su víctima.

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