Gabriel Ben-Tasgal desenmascara parcialmente esa broma de mal gusto que la dictadura terrorista saudí pretende imponer al Estado judío para buscar gradualmente su destrucción mediante exigencias absurdas y denomina cínicamente "iniciativa de paz", alertándonos sobre el peligro que constituye para el pueblo de Israel que algunos de sus políticos más perezosos, ya sea por convicción o puro escándalo mediático, la apoyen y la consideren una opción válida:
Analizando la Iniciativa de Paz Saudita
http://www.guysen.com/articles.php?sid=8304
Conocida también como la “Iniciativa Árabe”, el plan de paz fue inicialmente lanzado por el heredero al trono, el entonces Príncipe (hoy Rey) Abdallah de Arabia Saudita en al año 2002. Aprobada por la Cumbre de la Liga Árabe de Beirut en 2002 y reconfirmada, con no pocas modificaciones o interpretaciones, en la cumbre de Riad del 2007, vuelve a colocarse en el centro de la atención diplomática por la revalorización asumida tras las recientes declaraciones de Ehud Barak y Ehud Olmert.
El último 19 de octubre, el ministro de Defensa Ehud Barak dijo que, quizás, había llegado el momento de retomar el plan Saudita si no se logra avanzar contundentemente en los frentes de negociación sirio y palestino. Una solución regional, en lugar o paralelamente, a una solución bilateral. El ministro laborista dijo que discutió el plan con la designada primer ministro de Israel Tzipi Livni y que había recibido la bendición y el apoyo del Presidente del Estado, Shimon Peres. Teniendo en cuenta que, unos días antes, el primer ministro dimitido, Ehud Olmert, había declarado que Israel iba a terminar renunciando a casi todo el territorio de Judea y Samaria y que sería imposible mantener la capital Jerusalén unificada, se podría suponer que la iniciativa saudí no está muy alejada de sus convicciones políticas. De todos modos, poco importa ya lo que opina en este sentido Olmert.
Entre los que rechazan u observan la iniciativa con suspicacia, se sugiere que la propuesta no debe tomarse demasiado en serio ya que su lanzamiento en si despierta demasiadas sospechas. El entonces príncipe Abdallah de Arabia Saudita descubrió sus “intenciones” de paz pocos días después de los atentados de las Torres Gemelas. Cabe recordar que tras estos atentados, el gobierno americano y parte de la opinión pública criticó duramente a Arabia Saudita por posible ocultamiento de información acerca del proceder de Al Qaeda y de su líder, ciudadano saudita, Ossama Bin-Laden. Además, se implicaba a la corona en el financiamiento indirecto de las actividades terroristas de grupos islámicos. Otros especialistas, como el Dr. Gay Bajor, entienden el lanzamiento de Abdallah de Arabia Saudita como un intento (exitoso) de recibir apoyo de occidente en la guerra interna por la sucesión al trono.
Algunos portavoces árabes habían criticado que Abdallah hubiera decidido adelantar su proyecto ante un periodista del New York Times, además judío, el renombrado Tomas Fridman.
Es necesario dejar a un lado las anteriores suspicacias, desde el momento en el que la Liga Árabe adoptó como suya la iniciativa Saudita. Aunque, vale la aclaración, el propio gobierno de Arabia Saudita de Abdallah no parece demasiado decidido a posicionarse en el campo de la paz. Por un lado, el gobierno toma iniciativas como esta o como la conferencia de dialogo interreligioso pero, por otro lado, adopta la integración de países como Irán o Siria como elemento fundamental del mundo árabe aun cuando dichos países toman posiciones extremistas y hasta desestabilizadoras (como por ejemplo: en Irak, en donde Irán juega un papel fundamental en las acciones terroristas y diplomáticas anti occidentales).
Para analizar y juzgar la Iniciativa cada uno debería definir dos cuestiones fundamentales:
a) ¿Es posible llegar a un acuerdo en las interpretaciones que se le da a cada artículo de la Iniciativa? Tras el lanzamiento del plan se han introducido no pocas sentencias restrictivas que condicionan mucho el espíritu de la propuesta.
b) ¿Es posible adoptar y aprobar los principios de un plan y luego suponer que los puntos en discordia se terminarán solucionando? Un ejemplo exitoso de esta estrategia lo podemos encontrar en el proceso de paz con Egipto en donde la visita de Sadat a Israel y la aceptación por parte de Israel de ciertas concesiones territoriales provocaron que, aunque las negociaciones por los múltiples temas en discordia fueron complejas, se terminó llegando a un acuerdo. Otro ejemplo, esta vez negativo, lo vemos en los Acuerdos de Oslo, en donde no se llegó a un acuerdo tras haber dejado (desde 1993) varios puntos sin resolver bajo el manto de esperanza que el tiempo prepararía el terreno para tomar las decisiones en su punto justo. Nuevamente, el que juzga la iniciativa debe decidir si prefiere disponer de todas las cartas sobre la mesa o considera que vale la pena darle una oportunidad a esta importante propuesta.
¿Qué dice la Iniciativa de paz de Arabia Saudita en resumen? La traducción es del hebreo al castellano, de acuerdo a la interpretación del árabe original, realizada por el profesor Elaai Alón, especialista en islamismo de la Universidad de Tel Aviv.
“El Consejo de la Liga de los Estados Árabes, en conformidad con la decisión aprobada en la Cumbre árabe de El Cairo, en el mes de junio de 1996, según la cual una paz total y justa para el Medio Oriente es una elección estratégica de los países árabes, solicita un compromiso paralelo por parte de Israel en este tema.
Tras haber escuchado (los miembros del Consejo) el discurso de Su Eminencia, el Emir Abdallah ben Abed El-Aziz, príncipe heredero del reino de Arabia Saudita, en donde anunció su propuesta que pide la completa retirada de Israel de todas las tierras árabes conquistadas desde 1967 y que llama a Israel a aceptar la creación de un estado palestino independiente cuya capital será Jerusalén oriental a cambio de la implementación de relaciones normales con los países árabes en el marco de una paz general con Israel.
Desde la convicción por parte de los países árabes que una solución militar no traerá la paz y la seguridad para ninguna de las partes del conflicto:
1- El Consejo le pide a Israel que vuelva a examinar su política, se incline hacia la paz, y declare que la paz justa es una decisión estratégica también para ella.
2- Además, exige el Consejo de Israel:
a: Total retirada israelí de los territorios árabes conquistados, incluyendo el Golán sirio, hasta la línea del 4 de junio de 1967, y de los territorios del sur del Líbano todavía conquistados por Israel.
b: Alcanzar una solución justa y acordada para el problema de los refugiados palestinos de acuerdo a la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU.
c: Aceptación de la creación de un estado palestino independiente y soberana en los territorios palestinos conquistados desde el 4 de junio de 1967, en Cisjordania y en la Franja de Gaza (el estado) siendo que su capital será Jerusalén oriental.
3- Siendo así suspenderán los países árabes los hechos siguientes:
a: Verán el conflicto árabe israelí como terminado, se procederá a firmar acuerdos de paz entre ellas e Israel, otorgando seguridad a todos los países de la zona.
b: Se establecerán relaciones normales con Israel en el marco de una paz general.
El plan ofrece, en resumen: 1- Fin del conflicto, 2- Total retirada de Israel de Judea, Samaria y la Franja de Gaza, 3- Jerusalén oriental capital del estado palestino soberano, 4- Normalización de las relaciones entre los países árabes e Israel, 5- Solución “justa” al problema de los refugiados palestinos.
Pasemos a señalar algunos puntos en discordia a ser interpretados por las partes del conflicto y juzgadas por el lector:
Primero: El problema de los refugiados palestinos.
El término “una solución justa” despierta muchas sospechas y rechazo entre los israelíes. Se trata de un punto de inflexión en toda negociación. Los israelíes no están dispuestos, de ninguna manera, a permitir el regreso masivo de palestinos a la Israel reconocida internacionalmente. No pocos especialistas afirman que el tema de los refugiados palestinos fue fundamental en el fracaso de las negociaciones entre Barak y Arafat en el 2000. Aceptar el regreso de varios cientos de miles de palestinos puede transformar el sentido “judío” y “democrático” del Estado de Israel (los árabes hablan de 3.5 millones de personas).
En el 2004, el periódico kuwaití As-Siyasa habla de la posibilidad de una iniciativa saudí para absorber 2 millones de refugiados palestinos en los países árabes y el resto en Israel. El primer ministro de relaciones exteriores palestino Nabil Shaat afirmó que el plan “carecía de sentido”, quedando en la nada.
Por un lado, la declaración dice “alcanzar una solución justa y acordada para el problema de los refugiados palestinos de acuerdo a la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU”. Por otro lado, se anexo una exigencia del Líbano que dice que los países árabes, y el Líbano en especial, no deben hospedar los desplazados palestinos provocados por la guerra con Israel.
Por un lado, la exigencia al retorno “total” en el marco de un “derecho” y, por otro lado, se habla de que tal decisión será consensuada junto a Israel.
Israel exige el regreso de refugiados palestinos únicamente al nuevo estado palestino. Algunas autoridades del estado hebreo creen que se podrían llegar a absorber unos cuantos miles en base a necesidades humanitarias.
En resumen, junto a la citada declaración, la conferencia cumbre de la Liga Árabe publicó una declaración adicional que enfatizaba, entre otros puntos, que Israel debe permitir que los palestinos gocen de todos sus derechos, incluyendo la garantía del 'derecho de retorno' de los refugiados palestinos en base a legítimas resoluciones internacionales y en base a principios de ley internacional incluyendo la Resolución 194 de la Asamblea General.
Segundo: Jerusalén oriental, capital de Palestina
Hay quienes afirman que el uso del término “oriental” y no “árabe” tiene un sentido especial. Para dichas analistas, puede tratarse de una puerta abierta para realizar negociaciones. En este sentido, no quedaría claro si “todo lo que es judío para Israel y todo lo que es árabe para los árabes” o por el contrario “partición de Jerusalén según el mapa de 1967”. La segunda opción implicaría la retirada israelí de barrios como Maale Adumim, Guiló, Pizgat Zeev, etc.
Tercero: Normalización con los países árabes.
Aunque en la declaración, las condiciones para la normalización se establecen con claridad, los líderes árabes también enfatizaron su apoyo al derecho de Líbano de utilizar todos los medios legítimos para liberar su territorio de la ocupación israelí hasta la frontera internacional reconocida (o sea, Jizballah puede seguir actuando), y afirmaron que para lograr la paz y la seguridad en la región Israel debía de afiliarse al tratado de no proliferación nuclear y abrir sus instalaciones nucleares a la supervisión internacional. La exigencia de desarme nuclear y de que Israel se someta a supervisión internacional, es una posición bien conocida de Egipto y de Siria, que Egipto usó en 1995 para detener el proceso de normalización. La posición adoptada por la Junta Cumbre Árabe sobre el asunto de Líbano, permitiría el surgimiento de crisis en la frontera provocada por el Jizballah.
"En otras palabras, si la Junta Cumbre Árabe ofrecía normalización y el 'final del conflicto' con una mano, con la otra mano sostenía las fórmulas de siempre, que permiten que continúe la lucha aun después de que se llegue a un acuerdo…", afirma Itamar Rabinovich, presidente de la Universidad de Tel Aviv, jefe del equipo de negociadores con Siria en el gobierno de Itzjak Rabin.
En estos momentos, el negociador palestino Saeb Erekat, dijo que el plan Saudita no resta importancia a las conversaciones directas entre israelíes y palestinos y animó a Israel a seguir la pauta de la propuesta. "Creo que Israel debería haber hecho esto desde 2002. Esta es la iniciativa más estratégica que aporta el mundo árabe desde 1948. Les animo a que retomen la iniciativa y que la sigan porque acortará el camino hacia la paz", explicó.
A la vez, el anterior rechazo oficial israelí se ha transformado en “una buena base para comenzar a negociar”. Para otros, se trata de un simple engaño del mundo árabe para contentar a Occidente y para implementar el famoso Plan de Pasos Palestinos de 1974.
Quizás… el problema principal de toda la iniciativa se centre en el hecho, indiscutible, que los países árabes demuestran enfoques muy poco homogéneos. Están los pro-occidentales moderados, los amenazados por terrorismo islámico, los que fomentan dicho terrorismo, los que gobiernan sus territorios con dificultad, los que todavía no parecen saber lo que quieren… y todos estos ¿Podrían ponerse de acuerdo para firmar una paz regional con Israel?
Viendo de donde sale la propuesta ....
Analizando la Iniciativa de Paz Saudita
http://www.guysen.com/articles.php?sid=8304
Conocida también como la “Iniciativa Árabe”, el plan de paz fue inicialmente lanzado por el heredero al trono, el entonces Príncipe (hoy Rey) Abdallah de Arabia Saudita en al año 2002. Aprobada por la Cumbre de la Liga Árabe de Beirut en 2002 y reconfirmada, con no pocas modificaciones o interpretaciones, en la cumbre de Riad del 2007, vuelve a colocarse en el centro de la atención diplomática por la revalorización asumida tras las recientes declaraciones de Ehud Barak y Ehud Olmert.
El último 19 de octubre, el ministro de Defensa Ehud Barak dijo que, quizás, había llegado el momento de retomar el plan Saudita si no se logra avanzar contundentemente en los frentes de negociación sirio y palestino. Una solución regional, en lugar o paralelamente, a una solución bilateral. El ministro laborista dijo que discutió el plan con la designada primer ministro de Israel Tzipi Livni y que había recibido la bendición y el apoyo del Presidente del Estado, Shimon Peres. Teniendo en cuenta que, unos días antes, el primer ministro dimitido, Ehud Olmert, había declarado que Israel iba a terminar renunciando a casi todo el territorio de Judea y Samaria y que sería imposible mantener la capital Jerusalén unificada, se podría suponer que la iniciativa saudí no está muy alejada de sus convicciones políticas. De todos modos, poco importa ya lo que opina en este sentido Olmert.
Entre los que rechazan u observan la iniciativa con suspicacia, se sugiere que la propuesta no debe tomarse demasiado en serio ya que su lanzamiento en si despierta demasiadas sospechas. El entonces príncipe Abdallah de Arabia Saudita descubrió sus “intenciones” de paz pocos días después de los atentados de las Torres Gemelas. Cabe recordar que tras estos atentados, el gobierno americano y parte de la opinión pública criticó duramente a Arabia Saudita por posible ocultamiento de información acerca del proceder de Al Qaeda y de su líder, ciudadano saudita, Ossama Bin-Laden. Además, se implicaba a la corona en el financiamiento indirecto de las actividades terroristas de grupos islámicos. Otros especialistas, como el Dr. Gay Bajor, entienden el lanzamiento de Abdallah de Arabia Saudita como un intento (exitoso) de recibir apoyo de occidente en la guerra interna por la sucesión al trono.
Algunos portavoces árabes habían criticado que Abdallah hubiera decidido adelantar su proyecto ante un periodista del New York Times, además judío, el renombrado Tomas Fridman.
Es necesario dejar a un lado las anteriores suspicacias, desde el momento en el que la Liga Árabe adoptó como suya la iniciativa Saudita. Aunque, vale la aclaración, el propio gobierno de Arabia Saudita de Abdallah no parece demasiado decidido a posicionarse en el campo de la paz. Por un lado, el gobierno toma iniciativas como esta o como la conferencia de dialogo interreligioso pero, por otro lado, adopta la integración de países como Irán o Siria como elemento fundamental del mundo árabe aun cuando dichos países toman posiciones extremistas y hasta desestabilizadoras (como por ejemplo: en Irak, en donde Irán juega un papel fundamental en las acciones terroristas y diplomáticas anti occidentales).
Para analizar y juzgar la Iniciativa cada uno debería definir dos cuestiones fundamentales:
a) ¿Es posible llegar a un acuerdo en las interpretaciones que se le da a cada artículo de la Iniciativa? Tras el lanzamiento del plan se han introducido no pocas sentencias restrictivas que condicionan mucho el espíritu de la propuesta.
b) ¿Es posible adoptar y aprobar los principios de un plan y luego suponer que los puntos en discordia se terminarán solucionando? Un ejemplo exitoso de esta estrategia lo podemos encontrar en el proceso de paz con Egipto en donde la visita de Sadat a Israel y la aceptación por parte de Israel de ciertas concesiones territoriales provocaron que, aunque las negociaciones por los múltiples temas en discordia fueron complejas, se terminó llegando a un acuerdo. Otro ejemplo, esta vez negativo, lo vemos en los Acuerdos de Oslo, en donde no se llegó a un acuerdo tras haber dejado (desde 1993) varios puntos sin resolver bajo el manto de esperanza que el tiempo prepararía el terreno para tomar las decisiones en su punto justo. Nuevamente, el que juzga la iniciativa debe decidir si prefiere disponer de todas las cartas sobre la mesa o considera que vale la pena darle una oportunidad a esta importante propuesta.
¿Qué dice la Iniciativa de paz de Arabia Saudita en resumen? La traducción es del hebreo al castellano, de acuerdo a la interpretación del árabe original, realizada por el profesor Elaai Alón, especialista en islamismo de la Universidad de Tel Aviv.
“El Consejo de la Liga de los Estados Árabes, en conformidad con la decisión aprobada en la Cumbre árabe de El Cairo, en el mes de junio de 1996, según la cual una paz total y justa para el Medio Oriente es una elección estratégica de los países árabes, solicita un compromiso paralelo por parte de Israel en este tema.
Tras haber escuchado (los miembros del Consejo) el discurso de Su Eminencia, el Emir Abdallah ben Abed El-Aziz, príncipe heredero del reino de Arabia Saudita, en donde anunció su propuesta que pide la completa retirada de Israel de todas las tierras árabes conquistadas desde 1967 y que llama a Israel a aceptar la creación de un estado palestino independiente cuya capital será Jerusalén oriental a cambio de la implementación de relaciones normales con los países árabes en el marco de una paz general con Israel.
Desde la convicción por parte de los países árabes que una solución militar no traerá la paz y la seguridad para ninguna de las partes del conflicto:
1- El Consejo le pide a Israel que vuelva a examinar su política, se incline hacia la paz, y declare que la paz justa es una decisión estratégica también para ella.
2- Además, exige el Consejo de Israel:
a: Total retirada israelí de los territorios árabes conquistados, incluyendo el Golán sirio, hasta la línea del 4 de junio de 1967, y de los territorios del sur del Líbano todavía conquistados por Israel.
b: Alcanzar una solución justa y acordada para el problema de los refugiados palestinos de acuerdo a la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU.
c: Aceptación de la creación de un estado palestino independiente y soberana en los territorios palestinos conquistados desde el 4 de junio de 1967, en Cisjordania y en la Franja de Gaza (el estado) siendo que su capital será Jerusalén oriental.
3- Siendo así suspenderán los países árabes los hechos siguientes:
a: Verán el conflicto árabe israelí como terminado, se procederá a firmar acuerdos de paz entre ellas e Israel, otorgando seguridad a todos los países de la zona.
b: Se establecerán relaciones normales con Israel en el marco de una paz general.
El plan ofrece, en resumen: 1- Fin del conflicto, 2- Total retirada de Israel de Judea, Samaria y la Franja de Gaza, 3- Jerusalén oriental capital del estado palestino soberano, 4- Normalización de las relaciones entre los países árabes e Israel, 5- Solución “justa” al problema de los refugiados palestinos.
Pasemos a señalar algunos puntos en discordia a ser interpretados por las partes del conflicto y juzgadas por el lector:
Primero: El problema de los refugiados palestinos.
El término “una solución justa” despierta muchas sospechas y rechazo entre los israelíes. Se trata de un punto de inflexión en toda negociación. Los israelíes no están dispuestos, de ninguna manera, a permitir el regreso masivo de palestinos a la Israel reconocida internacionalmente. No pocos especialistas afirman que el tema de los refugiados palestinos fue fundamental en el fracaso de las negociaciones entre Barak y Arafat en el 2000. Aceptar el regreso de varios cientos de miles de palestinos puede transformar el sentido “judío” y “democrático” del Estado de Israel (los árabes hablan de 3.5 millones de personas).
En el 2004, el periódico kuwaití As-Siyasa habla de la posibilidad de una iniciativa saudí para absorber 2 millones de refugiados palestinos en los países árabes y el resto en Israel. El primer ministro de relaciones exteriores palestino Nabil Shaat afirmó que el plan “carecía de sentido”, quedando en la nada.
Por un lado, la declaración dice “alcanzar una solución justa y acordada para el problema de los refugiados palestinos de acuerdo a la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU”. Por otro lado, se anexo una exigencia del Líbano que dice que los países árabes, y el Líbano en especial, no deben hospedar los desplazados palestinos provocados por la guerra con Israel.
Por un lado, la exigencia al retorno “total” en el marco de un “derecho” y, por otro lado, se habla de que tal decisión será consensuada junto a Israel.
Israel exige el regreso de refugiados palestinos únicamente al nuevo estado palestino. Algunas autoridades del estado hebreo creen que se podrían llegar a absorber unos cuantos miles en base a necesidades humanitarias.
En resumen, junto a la citada declaración, la conferencia cumbre de la Liga Árabe publicó una declaración adicional que enfatizaba, entre otros puntos, que Israel debe permitir que los palestinos gocen de todos sus derechos, incluyendo la garantía del 'derecho de retorno' de los refugiados palestinos en base a legítimas resoluciones internacionales y en base a principios de ley internacional incluyendo la Resolución 194 de la Asamblea General.
Segundo: Jerusalén oriental, capital de Palestina
Hay quienes afirman que el uso del término “oriental” y no “árabe” tiene un sentido especial. Para dichas analistas, puede tratarse de una puerta abierta para realizar negociaciones. En este sentido, no quedaría claro si “todo lo que es judío para Israel y todo lo que es árabe para los árabes” o por el contrario “partición de Jerusalén según el mapa de 1967”. La segunda opción implicaría la retirada israelí de barrios como Maale Adumim, Guiló, Pizgat Zeev, etc.
Tercero: Normalización con los países árabes.
Aunque en la declaración, las condiciones para la normalización se establecen con claridad, los líderes árabes también enfatizaron su apoyo al derecho de Líbano de utilizar todos los medios legítimos para liberar su territorio de la ocupación israelí hasta la frontera internacional reconocida (o sea, Jizballah puede seguir actuando), y afirmaron que para lograr la paz y la seguridad en la región Israel debía de afiliarse al tratado de no proliferación nuclear y abrir sus instalaciones nucleares a la supervisión internacional. La exigencia de desarme nuclear y de que Israel se someta a supervisión internacional, es una posición bien conocida de Egipto y de Siria, que Egipto usó en 1995 para detener el proceso de normalización. La posición adoptada por la Junta Cumbre Árabe sobre el asunto de Líbano, permitiría el surgimiento de crisis en la frontera provocada por el Jizballah.
"En otras palabras, si la Junta Cumbre Árabe ofrecía normalización y el 'final del conflicto' con una mano, con la otra mano sostenía las fórmulas de siempre, que permiten que continúe la lucha aun después de que se llegue a un acuerdo…", afirma Itamar Rabinovich, presidente de la Universidad de Tel Aviv, jefe del equipo de negociadores con Siria en el gobierno de Itzjak Rabin.
En estos momentos, el negociador palestino Saeb Erekat, dijo que el plan Saudita no resta importancia a las conversaciones directas entre israelíes y palestinos y animó a Israel a seguir la pauta de la propuesta. "Creo que Israel debería haber hecho esto desde 2002. Esta es la iniciativa más estratégica que aporta el mundo árabe desde 1948. Les animo a que retomen la iniciativa y que la sigan porque acortará el camino hacia la paz", explicó.
A la vez, el anterior rechazo oficial israelí se ha transformado en “una buena base para comenzar a negociar”. Para otros, se trata de un simple engaño del mundo árabe para contentar a Occidente y para implementar el famoso Plan de Pasos Palestinos de 1974.
Quizás… el problema principal de toda la iniciativa se centre en el hecho, indiscutible, que los países árabes demuestran enfoques muy poco homogéneos. Están los pro-occidentales moderados, los amenazados por terrorismo islámico, los que fomentan dicho terrorismo, los que gobiernan sus territorios con dificultad, los que todavía no parecen saber lo que quieren… y todos estos ¿Podrían ponerse de acuerdo para firmar una paz regional con Israel?
Viendo de donde sale la propuesta ....
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