Andrés nos lo recuerda:
70 años de la Noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht)
Hace exactamente 70 años, en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, los nazis lanzaron un feroz ataque contra la comunidad judía de Alemania y Austria. Utilizaron como pretexto que un joven judío, Herszl Grynspan atentó contra un diplomático alemán en París a causa de la desesperación e impotencia que sentía al ver que dicho diplomático le negaba un visado a su familia para escaparse del infierno y la persecución nazi. El 13 de marzo los nazis anexaron Austria sin que nadie proteste; a fines de septiembre, las potencias occidentales le "cedieron" a Alemania la región de los Sudetes, pertenecientes a Checoslovaquia. Pensaron que toda concesión era válida con tal de apaciguar las ambiciones nazis y evitar la guerra con Hitler. En el campo judío se había intensificado la escala antisemita y los actos de violencia. Desde el mes de julio de 1939 muchos judíos fueron arrojados a campos de concentración. Desde las Leyes de Nuremberg, se promulgaron en Alemania 1592 leyes, decretos y reglamentos antijudíos.
Pero nada era suficiente para los nazis cuando se trataba de política antijudía, ya que esa era precisamente la esencia de su ideología. A medida que se sentían más fuertes, política y militarmente, aumentaba la presión sobre los judíos. No debe pues sorprender que precisamente en 1938 se produjeran avances tan importantes en la escala antijudía. Pero todavía no estaba dicha la última palabra. Había múltiples pruebas que demostraban que algo terrible se estaba preparando contra los judíos, porque se empezaron a agregar construcciones en los campos de concentración existentes.
Además del "otro lado", del campo democrático llegaron señales alentadoras para el gobierno del Tercer Reich. En julio de 1938 se realizó la Conferencia de Evián para tratar el problema de los refugiados judíos. De las 32 naciones participantes, solamente la República Dominicana manifestó su disposición a recibir refugiados judíos. Todos los demás lamentaron no poder hacerlo, por las más diversas razones. Todo estaba preparado. La agresión en marcha recibía estímulos del otro bando que demostraba su completa indiferencia.
La noche del 9 al 10 de noviembre se desató el infierno contra los judíos de Alemania. Fueron destruidos los cristales de innumerables casas y negocios judíos, 191 sinagogas fueron incendiadas, alrededor de 200 judíos fueron asesinados y 30.000 fueron arrojados a campos de concentración, en el marco de un progrom organizado por el Estado Nazi como ningún otro en la historia europea. La vida judía en Alemania quedó totalmente paralizada y colocada fuera de la ley. El Holocausto había comenzado.
Nunca había sucedido nada parecido en Alemania. Sin embargo, rápidamente comenzó a imponerse un nombre común a todas esas monstruosidades: Kristallnacht o la Noche de los Cristales Rotos. A eso quedó reducido el abominable crimen. De esa manera comenzó a ponerse en práctica la maniobra que se repitió numerosas veces. Las palabras eran pervertidas a fin de ocultar verdaderos crímenes. Las palabras eran expresiones inocentes, como por ejemplo "Solución Final". Desde entonces el mundo ha aprendido a acudir a esos infames recursos.
El proceso de tergiversación y ocultamiento tuvo tanto éxito que finalmente pasó a una etapa posterior. A algunos actualmente ni les hacen falta tergiversar los hechos, ya que se atreven incluso con el mayor desparpajo a negar que los hechos mismos hayan sucedido. Además, a partir de 1989, los alemanes tienen en ese día, el 9 de noviembre, un motivo de alegría genuina: en ese día cayó el muro que separaba las dos partes de Berlín y eso es festejado en Alemania y el resto del mundo. Mientras que el pogrom del 9 de noviembre de 1938, que puede ser equiparado con acciones semejantes emprendidas contra los judíos en los países ocupados a partir del comienzo de la guerra, ha retrocedido hacia la sombra del olvido. No permitamos que esos crímenes queden olvidados.
En una fecha en que todas las sinagogas del mundo estarán iluminadas para mantener viva la memoria, el embajador de la República Federal de Alemania en la República Argentina, Gunter Kniess, nos acercó su mensaje en este nuevo aniversario:
Por lo general, los aniversarios son sucesos de alegría, de homenaje y de celebración. El septuagésimo aniversario de la Noche de los Cristales no constituye eso, sino que es un día de luto y consternación, un día de recordación y reflexión. El 9 de noviembre de 1938 es una de las fechas más tristes en la historia de Alemania y del pueblo alemán. El régimen nazi humilló a millones de seres de origen judío, los privó de sus derechos, les expropió sus bienes, los expulsó de su patria, los asesinó. La noche en que en Alemania ardieron las sinagogas, los comercios y los hogares de propiedad de ciudadanos judíos, no hubo claridad ni iluminación. Este fuego no fue una fuente de luz ni de calor, sino un anuncio de la oscuridad prolongada y nunca vista de la Shoá en Alemania y en Europa.
En ocasión de conmemorarse el 51 aniversario de la Noche de los Cristales, es decir el 9 de noviembre de 1989, caía el Muro de Berlín. Este feliz acontecimiento no disminuye de ningún modo el dolor con que recordamos hoy los pogromos y los crímenes de 1938. Pero, en cambio, contiene un mensaje de Alemania para el mundo: esta historia nunca jamás debe repetirse. Es obligación de cada uno de nosotros involucrarse y actuar para evitar que las personas sean injuriadas, heridas o inclusive asesinadas a causa de su religión, origen o aspecto. Este es el espíritu del primer y más importante artículo de nuestra Ley Fundamental que rige en toda Alemania desde la reunificación: La dignidad humana es intangible.
La luz que emana hoy de las sinagogas iluminadas es una luz de advertencia, pero también es una luz de esperanza. La esperanza de que el recuerdo nos aliente a impulsar y a promover a largo plazo y en forma continua, en unión y sin vanidades, proyectos e iniciativas para combatir el extremismo y la violencia, el antisemitismo y la discriminación. La esperanza de que el diálogo mundial entre las religiones sea tomado en serio y prospere. La esperanza de que en la Argentina se profundice la cooperación alentadora entre la comunidad alemana y la comunidad judía.
"El secreto de la redención es el recuerdo". Con esta sabiduría judía inició su discurso 20 años atrás el ex Presidente Federal de Alemania, Richard von Weizsacker, en ocasión del 50 aniversario de la Noche de los Cristales. Creer que "dejar atrás al pasado" permitiría comenzar de nuevo, no solamente es ingenuo, sino que también es funesto. Mantener viva la memoria, no sólo como el recuerdo taciturno de los horrorosos padecimientos sino también como estímulo vital para la acción activa y valiente en el presente y en el futuro por un mundo de libertad, de diversidad y de sinceridad: este es el mandato de las luces de las sinagogas para todos nosotros.
Hace exactamente 70 años, en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, los nazis lanzaron un feroz ataque contra la comunidad judía de Alemania y Austria. Utilizaron como pretexto que un joven judío, Herszl Grynspan atentó contra un diplomático alemán en París a causa de la desesperación e impotencia que sentía al ver que dicho diplomático le negaba un visado a su familia para escaparse del infierno y la persecución nazi. El 13 de marzo los nazis anexaron Austria sin que nadie proteste; a fines de septiembre, las potencias occidentales le "cedieron" a Alemania la región de los Sudetes, pertenecientes a Checoslovaquia. Pensaron que toda concesión era válida con tal de apaciguar las ambiciones nazis y evitar la guerra con Hitler. En el campo judío se había intensificado la escala antisemita y los actos de violencia. Desde el mes de julio de 1939 muchos judíos fueron arrojados a campos de concentración. Desde las Leyes de Nuremberg, se promulgaron en Alemania 1592 leyes, decretos y reglamentos antijudíos.
Pero nada era suficiente para los nazis cuando se trataba de política antijudía, ya que esa era precisamente la esencia de su ideología. A medida que se sentían más fuertes, política y militarmente, aumentaba la presión sobre los judíos. No debe pues sorprender que precisamente en 1938 se produjeran avances tan importantes en la escala antijudía. Pero todavía no estaba dicha la última palabra. Había múltiples pruebas que demostraban que algo terrible se estaba preparando contra los judíos, porque se empezaron a agregar construcciones en los campos de concentración existentes.
Además del "otro lado", del campo democrático llegaron señales alentadoras para el gobierno del Tercer Reich. En julio de 1938 se realizó la Conferencia de Evián para tratar el problema de los refugiados judíos. De las 32 naciones participantes, solamente la República Dominicana manifestó su disposición a recibir refugiados judíos. Todos los demás lamentaron no poder hacerlo, por las más diversas razones. Todo estaba preparado. La agresión en marcha recibía estímulos del otro bando que demostraba su completa indiferencia.
La noche del 9 al 10 de noviembre se desató el infierno contra los judíos de Alemania. Fueron destruidos los cristales de innumerables casas y negocios judíos, 191 sinagogas fueron incendiadas, alrededor de 200 judíos fueron asesinados y 30.000 fueron arrojados a campos de concentración, en el marco de un progrom organizado por el Estado Nazi como ningún otro en la historia europea. La vida judía en Alemania quedó totalmente paralizada y colocada fuera de la ley. El Holocausto había comenzado.
Nunca había sucedido nada parecido en Alemania. Sin embargo, rápidamente comenzó a imponerse un nombre común a todas esas monstruosidades: Kristallnacht o la Noche de los Cristales Rotos. A eso quedó reducido el abominable crimen. De esa manera comenzó a ponerse en práctica la maniobra que se repitió numerosas veces. Las palabras eran pervertidas a fin de ocultar verdaderos crímenes. Las palabras eran expresiones inocentes, como por ejemplo "Solución Final". Desde entonces el mundo ha aprendido a acudir a esos infames recursos.
El proceso de tergiversación y ocultamiento tuvo tanto éxito que finalmente pasó a una etapa posterior. A algunos actualmente ni les hacen falta tergiversar los hechos, ya que se atreven incluso con el mayor desparpajo a negar que los hechos mismos hayan sucedido. Además, a partir de 1989, los alemanes tienen en ese día, el 9 de noviembre, un motivo de alegría genuina: en ese día cayó el muro que separaba las dos partes de Berlín y eso es festejado en Alemania y el resto del mundo. Mientras que el pogrom del 9 de noviembre de 1938, que puede ser equiparado con acciones semejantes emprendidas contra los judíos en los países ocupados a partir del comienzo de la guerra, ha retrocedido hacia la sombra del olvido. No permitamos que esos crímenes queden olvidados.
En una fecha en que todas las sinagogas del mundo estarán iluminadas para mantener viva la memoria, el embajador de la República Federal de Alemania en la República Argentina, Gunter Kniess, nos acercó su mensaje en este nuevo aniversario:
Por lo general, los aniversarios son sucesos de alegría, de homenaje y de celebración. El septuagésimo aniversario de la Noche de los Cristales no constituye eso, sino que es un día de luto y consternación, un día de recordación y reflexión. El 9 de noviembre de 1938 es una de las fechas más tristes en la historia de Alemania y del pueblo alemán. El régimen nazi humilló a millones de seres de origen judío, los privó de sus derechos, les expropió sus bienes, los expulsó de su patria, los asesinó. La noche en que en Alemania ardieron las sinagogas, los comercios y los hogares de propiedad de ciudadanos judíos, no hubo claridad ni iluminación. Este fuego no fue una fuente de luz ni de calor, sino un anuncio de la oscuridad prolongada y nunca vista de la Shoá en Alemania y en Europa.
En ocasión de conmemorarse el 51 aniversario de la Noche de los Cristales, es decir el 9 de noviembre de 1989, caía el Muro de Berlín. Este feliz acontecimiento no disminuye de ningún modo el dolor con que recordamos hoy los pogromos y los crímenes de 1938. Pero, en cambio, contiene un mensaje de Alemania para el mundo: esta historia nunca jamás debe repetirse. Es obligación de cada uno de nosotros involucrarse y actuar para evitar que las personas sean injuriadas, heridas o inclusive asesinadas a causa de su religión, origen o aspecto. Este es el espíritu del primer y más importante artículo de nuestra Ley Fundamental que rige en toda Alemania desde la reunificación: La dignidad humana es intangible.
La luz que emana hoy de las sinagogas iluminadas es una luz de advertencia, pero también es una luz de esperanza. La esperanza de que el recuerdo nos aliente a impulsar y a promover a largo plazo y en forma continua, en unión y sin vanidades, proyectos e iniciativas para combatir el extremismo y la violencia, el antisemitismo y la discriminación. La esperanza de que el diálogo mundial entre las religiones sea tomado en serio y prospere. La esperanza de que en la Argentina se profundice la cooperación alentadora entre la comunidad alemana y la comunidad judía.
"El secreto de la redención es el recuerdo". Con esta sabiduría judía inició su discurso 20 años atrás el ex Presidente Federal de Alemania, Richard von Weizsacker, en ocasión del 50 aniversario de la Noche de los Cristales. Creer que "dejar atrás al pasado" permitiría comenzar de nuevo, no solamente es ingenuo, sino que también es funesto. Mantener viva la memoria, no sólo como el recuerdo taciturno de los horrorosos padecimientos sino también como estímulo vital para la acción activa y valiente en el presente y en el futuro por un mundo de libertad, de diversidad y de sinceridad: este es el mandato de las luces de las sinagogas para todos nosotros.
¿Cuántos quisieran repetirlo hoy día?
¿Cuántos aplaudirían entusiasmados?
¿Cuántos mirarían para otro lado?
y lo más importante
¿Cuántos estaríamos dispuestos a impedirlo?
1 comentario:
He aterrizado en tu blog por casualidad. ¡Tengo que pasarme más a menudo! Enhorabuena, creo que tienes un blog muy rico, ya iré desgranando todas las entradas poco a poco.
Te animo si quieres a pasarte por el mío. ¡Un saludo, ánimo!
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