Alain Rubin - UPJF
Traducción: José Antonio — Safed–Tzfat
http://noti.hebreos.net
Hace ya unos años, un periodista francés (Ilan Halévy, militante judío antisionista que… durante bastante tiempo ha ejercido responsabilidades en el seno de la OLP) publicó un libro con un título chocante: “Debajo de Israel, Palestina”.
El título resume el objetivo: Israel no es más que un ilegítimo y opresivo injerto europeo, una simple variación de la República de los Boers, en la cual los afrikaners protestantes holandeses y los hugonotes franceses son reemplazados por unos europeos y unos árabes de “confesión” judía, unos y los otros considerados falsamente como exiliados hebreos de Europa y de los países árabes islámicos.
Este genero de obra, que ignora deliberadamente más de veinte siglos de historia, se esfuerza en desarrollar una argumentación que hoy en día se puede encontrar en la Autoridad Palestina, lo que no extrañará, pero también en Condoleezza Rice y, por supuesto, bajo la pluma de la cohorte de periodistas de molde que nos sirven diariamente artículos hostiles a Israel o, bajo el aspecto de libros de historia donde “nos cuentan sus historias”: las de sus certezas ideológicas, vendidas el gran público como verdades irrefutables.
Estas certezas están diseñadas para deslegitimar a Israel. Actualmente, esos esfuerzos se centran en obtener la condena de la construcción de 1.300 alojamientos en los barrios judíos de Jerusalem. Estos barrios, se nos dice, deben convertirse en partes del futuro Jerusalem capital de Palestina, una “tierra árabe” como decía ayer un oficial sirio.
!! Ostias!! (N.P. mis excusas por mi traducción) Una pregunta: Si, debajo de Israel se encuentra “Palestina”, ¿debajo de Jerusalem, qué hay?
En 1840, un censo otomano constataba que más del 50% de los habitantes de lo que se convertiría, después de 1948, en la “Ciudad Vieja”, hoy llamada “Jerusalén oriental”, eran judíos. De este modo, Jerusalem, cuyos habitantes judíos son para nuestros periodistas y para Madame Rice “colonos”, es decir, intrusos no deseados, era desde 1840 una ciudad poblada principalmente por judíos.
Los ancestros árabes-musulmanes de los actuales palestinos constituían por entonces menos del 25% de los habitantes de la ciudad adormecida, y que se había convertido en la supuesta tercera ciudad santa del Islam.
En 1948, antes de que fuera anexionada por Jordania, la parte oriental de Jerusalem comprendía la ciudad intramuros donde se encontraba el viejo barrio judío de los siglos XV, XVI, XVII, XVIII, XIX y XX. Hasta 1948, la Jerusalem de la época de la Ishuv era una verdadera capital ultra mayoritariamente judía. ¿”Tierra árabe dicen”?
En otras palabras, !!Debajo de la Jerusalem palestina, se encuentra Israel, su pueblo!! Se comprende pues que la arqueología sea considerada, aquí y allá, como un crimen colonialista sionista. Demuestra lo que se puede encontrar por todas partes, bajo la Jerusalem otomana, bizantina y romana, así como en los viejos barrios y en las antiguas aldeas “árabes”.
!!Coño!! (N.P. nuevamente ha sido sin querer) Otra pregunta: los palestinos también llaman a Jerusalem “Al Quds” (pronunciado el qouds). ¿De dónde procede este nombre? ¿Qué pueblo, que cultura y que lengua se encuentran bajo este nombre árabe?
Para los judíos, Jerusalem es, en hebreo, Ierushalaim ‘Ir ha-Qodesh: la santa Jerusalén. Al-Quds no es otra cosa que la deformación, por mimetismo, de ha-Qodesh.
“Debajo de Palestina”, para retomar el lenguaje de nuestros “perdonavidas” del “colonialismo de los judíos sionistas”, nunca dejó de encontrarse Israel, aquí y allá, en todo el país. Se nos objetará seguramente que si Jerusalén es la santa, “Al-Quds”, es porque que Mahoma la había soñado santa - cuando voló sobre su mítica yegua (N.P. realmente era un animal mítico que poseía características de varios) para reencontrar a Salomón, Jesús, Moisés, desde la roca donde Abraham se dispuso a sacrificar a su hijo - y es por eso que los conquistadores árabes, vencedores de los bizantinos, la han renombrado así, “sin tener ninguna relación con un nombre que los judíos ya le habían dado desde casi dos milenios y medio antes”.
Comprobamos no obstante, como nuestros periodistas e historiadores domingueros, que escriben sin complejos: “debajo de Israel, Palestina”, funcionan ante la cuestión de Jerusalem y, más generalmente, de Israel / Palestina, como geólogos domingueros. Son como esos amateurs que ignorando la tectónica de placas, buscan fechar la antigüedad de las capas geológicas de un plegamiento observando las zonas de retrocesos (de inversión de estratos), y califican como capas más recientes a los estratos de mayor edad, al encontrarse más cerca de la superficie y por encima de estratos más modernos a causa de los movimientos de la corteza terrestre. Así es como los periodistas y los periodistas historiadores de la escuela de pensamiento que domina los medios de comunicación, pueden ver “debajo de Israel, a Palestina”, sin por supuesto pararse a comprobar que es lo que está por debajo de “Palestina”.
Desde un punto de vista político, la antigüedad no siempre es un criterio. Como hemos visto recientemente en Kosovo. El centro histórico de Serbia se ha convertido en una segunda Albania.
Que los judíos sean, como nación, más o menos antigua que los árabes y los otros grupos musulmanes que forman el pueblo palestino (circasianos, chechenos, argelinos, negro africanos descendientes de esclavos, fellahs egipcios, albaneses, bosnios, etc.), no es un criterio absoluto en una necesaria negociación.
Los demócratas siempre podrán objetar a Israel que los nuevos barrios mayoritariamente judíos, donde 1.300 viviendas deben ser construidas para alojar a los hijos de los actuales residentes, no existían en 1948 al este de la Ciudad Vieja, en la cual los judíos fueron mayoritarios desde 1840 a 1948, y que esos nuevos barrios no se han convertido en mayoritariamente judíos más que después de 1967.
Los demócratas podrán objetar que dichos barrios deberían convertirse en barrios palestinos, sin que los judíos deban cesar de poder vivir allí igualmente, ya sea como residentes israelíes en Palestina y sujetos a las leyes del nuevo estado, o como palestinos de la minoría nacional judía, al igual que en Israel existen israelíes de la minoría nacional árabe, y como podrá haber en Israel residentes árabes refugiados de 1948, o hijos de esos refugiados, circulando libremente entre Israel y Palestina, en el marco de un acuerdo de paz y de reconocimiento mutuo. Por contra, tratar como “colonos” a los judíos del Jerusalem oriental no tiene nada que ver con la democracia, eso en realidad quiere indicarnos la búsqueda de una futura Palestina “Judenrein”.
Notas:
En 1920 y 1921, la Liga de Naciones (precursora de la ONU) reconoció la legitimidad de la política de reconstrucción de la nación judía sobre su territorio histórico, donde se había formado hace tres milenios, y que constituía, desde siempre, el centro de sus pensamientos y de sus aspiraciones, y donde subsistía una pequeña minoría judía que era tratada por las autoridades otomanas y por sus vecinos musulmanes de forma casi similar a como eran tratados los antiguos esclavos negros por los sureños blancos de los EE.UU. hasta las leyes “civiles” de 1960. La Liga de Naciones autorizó el retorno de los exiliados a las diferentes partes de la antigua Israel (Judea y Samaria, Galilea y Galaad, en la orilla oriental del Jordán). La administración británica, sin embargo, prohibió el regreso de los judíos a la orilla oriental del Jordán (Gilead).
En 1947, el plan de partición de las Naciones Unidas preveía dos estados nacionales en el territorio del Mandato Británico de Palestina. Uno formado por una mayoría judía, pero con una fuerte minoría árabe, y el otro de mayoría árabe y con una pequeña minoría judía. Calificar de “colonos” a los judíos habitando partes del futuro estado palestino, equivale a defender una homogeneidad nacional árabe, al tiempo que se sostiene, por el contrario, el regreso de cinco millones de árabes que pretenden descender de los 700.000 mil refugiados que dejaron Israel en 1948 (voluntariamente, y/o como consecuencia de las expulsiones), como consecuencia de la guerra desatada por la Liga Árabe. De acuerdo con esta manera de presentar el conflicto se desprende un acuerdo de paz del que resultarían dos estados árabes: uno puramente árabe, la futura Palestina, y el otro predominantemente árabe con una fuerte minoría judía, el actual Israel.
El título resume el objetivo: Israel no es más que un ilegítimo y opresivo injerto europeo, una simple variación de la República de los Boers, en la cual los afrikaners protestantes holandeses y los hugonotes franceses son reemplazados por unos europeos y unos árabes de “confesión” judía, unos y los otros considerados falsamente como exiliados hebreos de Europa y de los países árabes islámicos.
Este genero de obra, que ignora deliberadamente más de veinte siglos de historia, se esfuerza en desarrollar una argumentación que hoy en día se puede encontrar en la Autoridad Palestina, lo que no extrañará, pero también en Condoleezza Rice y, por supuesto, bajo la pluma de la cohorte de periodistas de molde que nos sirven diariamente artículos hostiles a Israel o, bajo el aspecto de libros de historia donde “nos cuentan sus historias”: las de sus certezas ideológicas, vendidas el gran público como verdades irrefutables.
Estas certezas están diseñadas para deslegitimar a Israel. Actualmente, esos esfuerzos se centran en obtener la condena de la construcción de 1.300 alojamientos en los barrios judíos de Jerusalem. Estos barrios, se nos dice, deben convertirse en partes del futuro Jerusalem capital de Palestina, una “tierra árabe” como decía ayer un oficial sirio.
!! Ostias!! (N.P. mis excusas por mi traducción) Una pregunta: Si, debajo de Israel se encuentra “Palestina”, ¿debajo de Jerusalem, qué hay?
En 1840, un censo otomano constataba que más del 50% de los habitantes de lo que se convertiría, después de 1948, en la “Ciudad Vieja”, hoy llamada “Jerusalén oriental”, eran judíos. De este modo, Jerusalem, cuyos habitantes judíos son para nuestros periodistas y para Madame Rice “colonos”, es decir, intrusos no deseados, era desde 1840 una ciudad poblada principalmente por judíos.
Los ancestros árabes-musulmanes de los actuales palestinos constituían por entonces menos del 25% de los habitantes de la ciudad adormecida, y que se había convertido en la supuesta tercera ciudad santa del Islam.
En 1948, antes de que fuera anexionada por Jordania, la parte oriental de Jerusalem comprendía la ciudad intramuros donde se encontraba el viejo barrio judío de los siglos XV, XVI, XVII, XVIII, XIX y XX. Hasta 1948, la Jerusalem de la época de la Ishuv era una verdadera capital ultra mayoritariamente judía. ¿”Tierra árabe dicen”?
En otras palabras, !!Debajo de la Jerusalem palestina, se encuentra Israel, su pueblo!! Se comprende pues que la arqueología sea considerada, aquí y allá, como un crimen colonialista sionista. Demuestra lo que se puede encontrar por todas partes, bajo la Jerusalem otomana, bizantina y romana, así como en los viejos barrios y en las antiguas aldeas “árabes”.
!!Coño!! (N.P. nuevamente ha sido sin querer) Otra pregunta: los palestinos también llaman a Jerusalem “Al Quds” (pronunciado el qouds). ¿De dónde procede este nombre? ¿Qué pueblo, que cultura y que lengua se encuentran bajo este nombre árabe?
Para los judíos, Jerusalem es, en hebreo, Ierushalaim ‘Ir ha-Qodesh: la santa Jerusalén. Al-Quds no es otra cosa que la deformación, por mimetismo, de ha-Qodesh.
“Debajo de Palestina”, para retomar el lenguaje de nuestros “perdonavidas” del “colonialismo de los judíos sionistas”, nunca dejó de encontrarse Israel, aquí y allá, en todo el país. Se nos objetará seguramente que si Jerusalén es la santa, “Al-Quds”, es porque que Mahoma la había soñado santa - cuando voló sobre su mítica yegua (N.P. realmente era un animal mítico que poseía características de varios) para reencontrar a Salomón, Jesús, Moisés, desde la roca donde Abraham se dispuso a sacrificar a su hijo - y es por eso que los conquistadores árabes, vencedores de los bizantinos, la han renombrado así, “sin tener ninguna relación con un nombre que los judíos ya le habían dado desde casi dos milenios y medio antes”.
Comprobamos no obstante, como nuestros periodistas e historiadores domingueros, que escriben sin complejos: “debajo de Israel, Palestina”, funcionan ante la cuestión de Jerusalem y, más generalmente, de Israel / Palestina, como geólogos domingueros. Son como esos amateurs que ignorando la tectónica de placas, buscan fechar la antigüedad de las capas geológicas de un plegamiento observando las zonas de retrocesos (de inversión de estratos), y califican como capas más recientes a los estratos de mayor edad, al encontrarse más cerca de la superficie y por encima de estratos más modernos a causa de los movimientos de la corteza terrestre. Así es como los periodistas y los periodistas historiadores de la escuela de pensamiento que domina los medios de comunicación, pueden ver “debajo de Israel, a Palestina”, sin por supuesto pararse a comprobar que es lo que está por debajo de “Palestina”.
Desde un punto de vista político, la antigüedad no siempre es un criterio. Como hemos visto recientemente en Kosovo. El centro histórico de Serbia se ha convertido en una segunda Albania.
Que los judíos sean, como nación, más o menos antigua que los árabes y los otros grupos musulmanes que forman el pueblo palestino (circasianos, chechenos, argelinos, negro africanos descendientes de esclavos, fellahs egipcios, albaneses, bosnios, etc.), no es un criterio absoluto en una necesaria negociación.
Los demócratas siempre podrán objetar a Israel que los nuevos barrios mayoritariamente judíos, donde 1.300 viviendas deben ser construidas para alojar a los hijos de los actuales residentes, no existían en 1948 al este de la Ciudad Vieja, en la cual los judíos fueron mayoritarios desde 1840 a 1948, y que esos nuevos barrios no se han convertido en mayoritariamente judíos más que después de 1967.
Los demócratas podrán objetar que dichos barrios deberían convertirse en barrios palestinos, sin que los judíos deban cesar de poder vivir allí igualmente, ya sea como residentes israelíes en Palestina y sujetos a las leyes del nuevo estado, o como palestinos de la minoría nacional judía, al igual que en Israel existen israelíes de la minoría nacional árabe, y como podrá haber en Israel residentes árabes refugiados de 1948, o hijos de esos refugiados, circulando libremente entre Israel y Palestina, en el marco de un acuerdo de paz y de reconocimiento mutuo. Por contra, tratar como “colonos” a los judíos del Jerusalem oriental no tiene nada que ver con la democracia, eso en realidad quiere indicarnos la búsqueda de una futura Palestina “Judenrein”.
Notas:
En 1920 y 1921, la Liga de Naciones (precursora de la ONU) reconoció la legitimidad de la política de reconstrucción de la nación judía sobre su territorio histórico, donde se había formado hace tres milenios, y que constituía, desde siempre, el centro de sus pensamientos y de sus aspiraciones, y donde subsistía una pequeña minoría judía que era tratada por las autoridades otomanas y por sus vecinos musulmanes de forma casi similar a como eran tratados los antiguos esclavos negros por los sureños blancos de los EE.UU. hasta las leyes “civiles” de 1960. La Liga de Naciones autorizó el retorno de los exiliados a las diferentes partes de la antigua Israel (Judea y Samaria, Galilea y Galaad, en la orilla oriental del Jordán). La administración británica, sin embargo, prohibió el regreso de los judíos a la orilla oriental del Jordán (Gilead).
En 1947, el plan de partición de las Naciones Unidas preveía dos estados nacionales en el territorio del Mandato Británico de Palestina. Uno formado por una mayoría judía, pero con una fuerte minoría árabe, y el otro de mayoría árabe y con una pequeña minoría judía. Calificar de “colonos” a los judíos habitando partes del futuro estado palestino, equivale a defender una homogeneidad nacional árabe, al tiempo que se sostiene, por el contrario, el regreso de cinco millones de árabes que pretenden descender de los 700.000 mil refugiados que dejaron Israel en 1948 (voluntariamente, y/o como consecuencia de las expulsiones), como consecuencia de la guerra desatada por la Liga Árabe. De acuerdo con esta manera de presentar el conflicto se desprende un acuerdo de paz del que resultarían dos estados árabes: uno puramente árabe, la futura Palestina, y el otro predominantemente árabe con una fuerte minoría judía, el actual Israel.
5 comentarios:
Un saludo desde Barcelona, desde el respeto y muchas ideas compartidas. Me tomo la libertad de enlazar con su blog, si no tiene inconveniente.
bienvenido, y por supuesto que puedes enlazarme. gracias por hacerlo.
¿cuál es tu blog? al pinchar en tu nick me dice que el perfil no está disponible
un saludo
Pues gracias por preguntarlo, porque así he podido ver lo del perfil mal configurado. Supongo que ahora si podrás verlo. En todo caso:
http://beroyblog.blogspot.com
me alegro de que lo hayas arreglado. me he dado una vueltecita por tu blog y tiene muy buena pinta. le he pasado a mi hijo el link de la "liga de los bloggers extraordinarios". es un fan del cómic, sobre todo del manga.
saludos
Señores, estoy deprimido. Mi vida carece de sentido. Años de estudios e investigaciones se han ido por el desagüe.
Mi mirada vaga perdida, repasando por encima los títulos de los libros que se alinean en las bibliotecas de mi casa. ¿De qué me sirven? ¿Para que sirven Heródoto, Josefo, Suetonio, Filón, Toynbee, Russel, Dubnow? Todos ellos mintieron, todos ellos siguen mintiendo a través de sus páginas. También la Biblia me ha mentido. Y ni que hablar de los archivos, las piezas arqueológicas, las excavaciones. ¡Todo es mentira!
Lo más triste es que deberé abandonar mi carrera de historiador y dedicarme a otra cosa más productiva.
Ellos y sólo ellos tienen la verdad.
Sólo los dignos investigadores palestinos se atreven a enfrentar a esas mentiras sostenidas durante siglos por tantos pseudos-investigadores y falsos testigos de los hechos.
¡Miente la Biblia cuando narra la construcción del templo salomónico!
¡Mienten los arqueólogos que muestran falsas tabletas babilónicas que relatan la destrucción del templo!
¡Mienten los historiadores griegos que acompañaron a Alejandro cuando afirman que vieron ese templo en Jerusalén!
¡Mienten los historiadores romanos en sus crónicas sobre la destrucción de ese mismo templo!
¡Mienten todos aquellos que afirman que hubo un reino judío en Palestina!
¡El templo era en realidad una mezquita!
¡En Jerusalén nunca hubo judíos!
¡Es más, en toda Palestina nunca hubo judíos!
¡Los habitantes originales eran los palestinos!
¡Si, los palestinos!
Esa tierra le fue prometida a los jeques Abraham, Isaac y Jacob.
El Iman Moisés subió al Monte Sinaí y recibió de manos del Profeta Mahoma el Corán (el hecho que Moisés viviera 1900 años antes que Mahoma no significa nada, estamos hablando de profetas).
Bajo el mando del jeque Josué llegaron, tras liberarse de la esclavitud de los sionistas en Egipto y conquistaron el territorio.
Establecieron un reino bajo el mando del jeque David, un palestino de la familia de los Ibn Judá.
El Jeque Salomón, hijo de David, construyó una mezquita.
De esa misma mezquita el Iman Jesús expulsó a los mercaderes y comenzó a difundir las enseñanzas de Mahoma (y no vengan a tratar de rebatir con eso de que Jesús vivió 500 años antes, con los profetas todo es posible)
Pero los malvados sionistas expulsaron a los pobres palestinos de su tierra, y durante dos mil años erraron por el mundo.
Mas ya llegó el momento de reparar esa injusticia.
Hay que quemar todos los libros escritos por esos pseudos historiadores sionistas.
A la hoguera con el sionista Heródoto, el sionista Suetonio, el sionista Toynbee.
¡SONO LA HORA DE QUE LA HISTORIA DE LOS PALESTINOS DEJE DE SER OCULTADA!
¿O debería decir que sonó la hora de que la historia de los palestinos deje de ser inventada?
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