Un desierto que se transformó en oasis
ISRAEL GHELMAN (Especial para El Nuevo Herald)
En el siglo II de la Era Común, el Imperio Romano conquistó Judea y aplastó brutalmente el gobierno de su líder, Bar Kojbá. Los hebreos lucharon bravamente, pero fueron derrotados, perdieron su independencia y los sobrevivientes partieron al exilio.
Durante más de 1,800 años no hubo ningún pueblo soberano, pero los judíos siempre estuvieron en la Tierra de Israel. Permanecían para estudiar las Sagradas Escrituras y morir allí, en la cuna de sus antepasados.
Pero nadie se ocupaba del suelo, que paulatinamente se convirtió en un estéril campo, lleno de arena y pantanos. A fines del siglo XIX, cuando comenzaron las oleadas migratorias hacia Israel, se encontraron con esa realidad decepcionante. La antigua comarca en la que ''manaban la leche y la miel'', según la Biblia, era un inhóspito páramo.
Esos inmigrantes provenían de las universidades y de la clase media. No tenían la preparación física ni técnica para convertirse en agricultores, pero lo hicieron con mucha ilusión y ampollas en las manos.
Empezaron trabajando por poco más que la comida. El calor era intolerable durante el día y los músculos les dolían durante la noche. La fiebre, los escalofríos y el dolor de cabeza no los abandonaban porque la malaria era endémica. Sin embargo, aguantaron.
Se fueron estableciendo pequeños grupos que comenzaron plantando eucaliptos para secar los pantanos, pero el momento decisivo fue la creación del kibutz, en 1910.
El kibutz es una comunidad rural que tiene como principios básicos la propiedad conjunta de los bienes, la igualdad y la cooperación en la producción, el consumo y la educación. Una sociedad en la que cada individuo aporta según sus posibilidades y recibe según sus necesidades. Sus fundamentos eran la ayuda mutua y la justicia social.
En un ambiente hostil, amenazadas constantemente por sus vecinos, esas colonias agrícolas se fueron reproduciendo sobre una tierra yerma y abandonada durante siglos, sin agua ni fondos económicos suficientes, para abastecer las necesidades de la población.
Luego de superar las mayores dificultades, los kibutz lograron desarrollar sólidas y exitosas comunidades que influyeron decisivamente en el establecimiento del Estado y su posterior desarrollo. Era un enclave socialista en medio de un sistema capitalista y uno de sus aciertos fue haberse adaptado a los cambios de la sociedad general sin modificar su esencia.
Aunque fue en sus orígenes un centro de producción agrícola, el kibutz desarrolló industrias y actividades afines que le permitieron sobrevivir y a la vez convertirse en un factor del progreso. Todo el país se fue adaptando a las nuevas realidades.
Sobre su pequeña superficie --menor que Nueva Jersey-- de tierras con escasos recursos naturales, Israel comenzó a aprovechar su más valiosa posesión: el talento de sus habitantes.
El deseo de transformar la tierra improductiva fue el principio del desarrollo tecnológico.
La investigación comenzó con el establecimiento de la escuela Mikvé Israel en 1870 y posteriormente la Estación Agrícola, establecida en Tel Aviv en 1921.
El primer centro de altos estudios, la Universidad de Jerusalén, fue fundado en 1918; el Instituto de Tecnología de Israel Technión en 1924, décadas antes de la creación del Estado. En 1948, el recién nacido Estado de Israel se encontró con una infraestructura científica y tecnológica que fue la base de su posterior desarrollo. Los proyectos nacionales, que tenían prioridad, sirvieron de fundamento para el impulso de la actividad industrial empresaria.
Estimulando sustancialmente el estudio, Israel se ha convertido en un avanzado centro tecnológico y científico que produjo descubrimientos e inventos diversos.
El establecimiento de sofisticadas empresas en las áreas de la medicina, computación y comunicaciones fue el resultado de esa labor científica y gracias a ellas hoy Israel es una reconocida potencia mundial que contribuye con sus avances al bienestar de su pueblo y de la humanidad.
Parafraseando a David Ben-Gurión, uno de sus fundadores: ``La investigación científica y sus logros ya no son meramente un asunto intelectual abstracto, sino un factor central en la vida de todo pueblo civilizado...''.
Y a pesar de todo eso .... Israel te necesita
(artículo del Dr.Guido Maisuls publicado por Dori Lustron en Porisrael.org)
ISRAEL GHELMAN (Especial para El Nuevo Herald)
En el siglo II de la Era Común, el Imperio Romano conquistó Judea y aplastó brutalmente el gobierno de su líder, Bar Kojbá. Los hebreos lucharon bravamente, pero fueron derrotados, perdieron su independencia y los sobrevivientes partieron al exilio.
Durante más de 1,800 años no hubo ningún pueblo soberano, pero los judíos siempre estuvieron en la Tierra de Israel. Permanecían para estudiar las Sagradas Escrituras y morir allí, en la cuna de sus antepasados.
Pero nadie se ocupaba del suelo, que paulatinamente se convirtió en un estéril campo, lleno de arena y pantanos. A fines del siglo XIX, cuando comenzaron las oleadas migratorias hacia Israel, se encontraron con esa realidad decepcionante. La antigua comarca en la que ''manaban la leche y la miel'', según la Biblia, era un inhóspito páramo.
Esos inmigrantes provenían de las universidades y de la clase media. No tenían la preparación física ni técnica para convertirse en agricultores, pero lo hicieron con mucha ilusión y ampollas en las manos.
Empezaron trabajando por poco más que la comida. El calor era intolerable durante el día y los músculos les dolían durante la noche. La fiebre, los escalofríos y el dolor de cabeza no los abandonaban porque la malaria era endémica. Sin embargo, aguantaron.
Se fueron estableciendo pequeños grupos que comenzaron plantando eucaliptos para secar los pantanos, pero el momento decisivo fue la creación del kibutz, en 1910.
El kibutz es una comunidad rural que tiene como principios básicos la propiedad conjunta de los bienes, la igualdad y la cooperación en la producción, el consumo y la educación. Una sociedad en la que cada individuo aporta según sus posibilidades y recibe según sus necesidades. Sus fundamentos eran la ayuda mutua y la justicia social.
En un ambiente hostil, amenazadas constantemente por sus vecinos, esas colonias agrícolas se fueron reproduciendo sobre una tierra yerma y abandonada durante siglos, sin agua ni fondos económicos suficientes, para abastecer las necesidades de la población.
Luego de superar las mayores dificultades, los kibutz lograron desarrollar sólidas y exitosas comunidades que influyeron decisivamente en el establecimiento del Estado y su posterior desarrollo. Era un enclave socialista en medio de un sistema capitalista y uno de sus aciertos fue haberse adaptado a los cambios de la sociedad general sin modificar su esencia.
Aunque fue en sus orígenes un centro de producción agrícola, el kibutz desarrolló industrias y actividades afines que le permitieron sobrevivir y a la vez convertirse en un factor del progreso. Todo el país se fue adaptando a las nuevas realidades.
Sobre su pequeña superficie --menor que Nueva Jersey-- de tierras con escasos recursos naturales, Israel comenzó a aprovechar su más valiosa posesión: el talento de sus habitantes.
El deseo de transformar la tierra improductiva fue el principio del desarrollo tecnológico.
La investigación comenzó con el establecimiento de la escuela Mikvé Israel en 1870 y posteriormente la Estación Agrícola, establecida en Tel Aviv en 1921.
El primer centro de altos estudios, la Universidad de Jerusalén, fue fundado en 1918; el Instituto de Tecnología de Israel Technión en 1924, décadas antes de la creación del Estado. En 1948, el recién nacido Estado de Israel se encontró con una infraestructura científica y tecnológica que fue la base de su posterior desarrollo. Los proyectos nacionales, que tenían prioridad, sirvieron de fundamento para el impulso de la actividad industrial empresaria.
Estimulando sustancialmente el estudio, Israel se ha convertido en un avanzado centro tecnológico y científico que produjo descubrimientos e inventos diversos.
El establecimiento de sofisticadas empresas en las áreas de la medicina, computación y comunicaciones fue el resultado de esa labor científica y gracias a ellas hoy Israel es una reconocida potencia mundial que contribuye con sus avances al bienestar de su pueblo y de la humanidad.
Parafraseando a David Ben-Gurión, uno de sus fundadores: ``La investigación científica y sus logros ya no son meramente un asunto intelectual abstracto, sino un factor central en la vida de todo pueblo civilizado...''.
Y a pesar de todo eso .... Israel te necesita
(artículo del Dr.Guido Maisuls publicado por Dori Lustron en Porisrael.org)
Fuente: Cartas desde Israel (http://cartasdesdeisrael.blogspot.com/)
Ante el inminente y grato sesenta aniversario de nuestro Estado de Israel, se me instala un pensamiento: la idea del sionismo como el alma y el corazón de nuestro estado soberano e independiente, una larga conexión entre el pueblo judío y su tierra, un vínculo que comenzó hace casi 4.000 años cuando Abraham se estableció en la Tierra de Canaan posteriormente conocida como la Tierra de Israel.
Los anhelos por Sión y la inmigración judía continuaron a lo largo del exilio en Babilonia y después de la destrucción del segundo Templo.
Debemos reconocer que la sociedad israelí esta atravesando, en estos momentos, por un proceso de crisis de identidad signado por grandes riesgos externos y contradicciones internas:
Riesgos externos, de enemigos que quieren destruirnos como siempre pero esta vez con la energía nuclear en juego.
Contradicciones internas entre el país de los judíos como fue en sus comienzos y el que tiende a convertirse hoy, un país como todos, demasiado normal, demasiado occidental, demasiado capitalista, como tantos otros.
Los tradicionales paradigmas que hicieron posible que el ideal sionista se convirtiera en un Estado victorioso en una de las zonas mas salvajes del planeta, esos viejos paradigmas de los pioneros; de Herzl, de Jabotinsky, de Ben Gurion, etc, se están agotando y necesitan de un nuevo impulso.
Por eso llega la hora de nuevos paradigmas, que impulsen a Israel por un camino distinto, novedoso y que concluya con muchas tareas comenzadas pero aun no concluidas:
v Eliminar definitivamente las amenazas de destrucción de nuestros enemigos tradicionales y no tanto.
v Seguir congregando a los judíos desperdigados por el mundo en nuestro hogar nacional.
v Continuar construyendo esta sociedad vibrante y vital, orientada a ser un ejemplo de justicia, de igualdad de oportunidades, de protección social, de permanente creación cultural, científica, tecnológica y espiritual.
v Lograr una paz comprometida con la vida, que sea un ejemplo y se expanda a toda esta sufriente humanidad de hoy, que esta sometida a las guerras, a las injusticias, a la explotación, al hambre, a la intolerancia, a la injusta distribución de los beneficios y a las miserias en estas épocas de globalización.
Para esto estamos necesitando nuevamente de este sionismo, heredero de todas las utopías y realizaciones anteriores, lo necesitamos los judíos y también lo necesita la humanidad.
Como dijo Teodoro Herzl en ¨El Estado Judío¨ (1895):
«el mundo se liberta con nuestra libertad, se enriquece con nuestra riqueza y se engrandece con nuestra grandeza»
En este Sesenta Aniversario de nuestra independencia, Israel está protagonizando una heroica y difícil lucha por su existencia, por su continuidad y por todos sus derechos de preservarse como Estado judío, libre y democrático.
Israel nos necesita a todos, a vos y a mi, judios y no judios, a nosotros los que vivimos en Eretz Israel y a ustedes los que habitan en este ancho y polifacético mundo.
Israel nos necesita y tenemos muchas formas de ayudarlo, he aquí una lista tentativa de veinticinco propuestas, que puede ser ampliada y concretizada por ti, por mí y por todos:
1) Participemos en marchas y manifestaciones en apoyo de Israel.
2) Compremos productos y utilicemos servicios de empresas y organizaciones israelíes.
3) Aportemos a que los soldados israelíes tengan una mejor calidad de vida.
4) Solidaricémonos permanentemente con nuestros hermanos cautivos:
Ron Arad, Gilat Shalit, Ehud Golwasser, Eldad Reguev y Jonathan Pollard.
5) Ayudemos a proveer de apoyo emocional y financiero a las víctimas del terror en Israel.
6) Comuniquémonos con nuestros amigos en Israel así como con las Instituciones israelíes desde todo el mundo, para darles nuestro apoyo.
7) Mantengámonos informados leyendo la prensa judía e israelí, reflexionemos con nuestros columnistas, escritores y poetas, enriquezcámonos con nuestros músicos, pintores y escultores y disfrutemos con nuestros creadores y artistas.
8) Crear espacios virtuales en Internet para contrarrestar la información tendenciosa contra Israel en los medios de comunicación.
9) Luchemos contra el anti-semitismo en todo el mundo y enfrentemos la maliciosa campaña anti israelí del fundamentalismo islámico y sus socios del Mundo.
10) Escribamos a los periódicos que ofrezcan información tendenciosa contra Israel y esclarezcamos la veracidad de los hechos que acontecen.
11) Enviemos este espacio a otras personas que tú creas que estén interesadas en hacer lo mismo.
12) Participemos de la Comunidad Judía más cercana y afín en actividades culturales, sociales, deportivas, religiosas, ayuda al prójimo y por supuesto: esclarecimiento.
13) Realicemos hasbara (explicaciones/esclarecimiento) en todos los ámbitos pero también entre nuestros hermanos judíos que a veces están muy confusos y también lo necesitan.
14) Hagamos conocer la verdad a todos los líderes y dirigentes del mundo, de vuestros países y de vuestras ciudades, que tengan poder de decisión.
Todo mensaje se lee, se escucha y se tiene en cuenta.
15) Ejerzamos los derechos que nos otorga esta democracia de manifestar libremente nuestras ideas y nuestros sentimientos a nuestros dirigentes.
16) Investiguemos y estudiemos nuestra rica y milenaria historia para saber quienes somos, informémonos de la vida y obra de tantos protagonistas judíos que hicieron posible que lleguemos hasta aquí.
17) Viajemos y conozcamos la tierra de Israel, desde los sagrados y gloriosos vestigios de nuestro pasado hasta los extraordinarios avances y logros del presente.
18) Pensemos que Israel no solo necesita de nuestra simpatía sino también de nuestro aporte concreto.
19) Luchemos contra las diferentes formas de asimilación física y espiritual de nuestros hermanos del mundo.
20) Profundicemos en niños y jóvenes el conocimiento y la reflexión de nuestros valores éticos y espirituales y los trascendentes aportes del pueblo de Israel a la Humanidad.
Volvamos a nuestras fuentes.
21) Cuidemos nuestro ambiente natural y plantemos árboles en Israel.
22) Fortalezcamos la democracia y la participación activa en Israel y en todos los países e Instituciones del Mundo.
23) Tomemos una mayor conciencia del rol individual y grupal en la sociedad promoviendo el respeto ''por el otro'', especialmente a los ancianos, a la minusvalidez y a los necesitados.
24) Reflexionemos que la desaparición física del Estado de Israel puede significar para las indefensas Comunidades Judías del mundo estar expuestas a persecuciones, expulsiones y genocidios como ocurrió hasta hace muy pocos años, antes de la creación de este Estado.
25) Somos un pueblo multifacético, tenemos distintos tonos de piel, hablamos lenguas diferentes, nos identificamos con ideologías políticas variadas, desarrollamos diversas costumbres, pero tenemos elementos fundamentales en común: Judaísmo y el amor a la Tierra de Israel.
Mantengámonos unidos en medio de esta natural heterogeneidad, Seamos un pueblo Pluralista con un Destino en Común.
26) La lista sigue abierta a tu valioso aporte.
Es mucho el camino recorrido, mucho más el que aún queda por recorrer
Ante el inminente y grato sesenta aniversario de nuestro Estado de Israel, se me instala un pensamiento: la idea del sionismo como el alma y el corazón de nuestro estado soberano e independiente, una larga conexión entre el pueblo judío y su tierra, un vínculo que comenzó hace casi 4.000 años cuando Abraham se estableció en la Tierra de Canaan posteriormente conocida como la Tierra de Israel.
Los anhelos por Sión y la inmigración judía continuaron a lo largo del exilio en Babilonia y después de la destrucción del segundo Templo.
Debemos reconocer que la sociedad israelí esta atravesando, en estos momentos, por un proceso de crisis de identidad signado por grandes riesgos externos y contradicciones internas:
Riesgos externos, de enemigos que quieren destruirnos como siempre pero esta vez con la energía nuclear en juego.
Contradicciones internas entre el país de los judíos como fue en sus comienzos y el que tiende a convertirse hoy, un país como todos, demasiado normal, demasiado occidental, demasiado capitalista, como tantos otros.
Los tradicionales paradigmas que hicieron posible que el ideal sionista se convirtiera en un Estado victorioso en una de las zonas mas salvajes del planeta, esos viejos paradigmas de los pioneros; de Herzl, de Jabotinsky, de Ben Gurion, etc, se están agotando y necesitan de un nuevo impulso.
Por eso llega la hora de nuevos paradigmas, que impulsen a Israel por un camino distinto, novedoso y que concluya con muchas tareas comenzadas pero aun no concluidas:
v Eliminar definitivamente las amenazas de destrucción de nuestros enemigos tradicionales y no tanto.
v Seguir congregando a los judíos desperdigados por el mundo en nuestro hogar nacional.
v Continuar construyendo esta sociedad vibrante y vital, orientada a ser un ejemplo de justicia, de igualdad de oportunidades, de protección social, de permanente creación cultural, científica, tecnológica y espiritual.
v Lograr una paz comprometida con la vida, que sea un ejemplo y se expanda a toda esta sufriente humanidad de hoy, que esta sometida a las guerras, a las injusticias, a la explotación, al hambre, a la intolerancia, a la injusta distribución de los beneficios y a las miserias en estas épocas de globalización.
Para esto estamos necesitando nuevamente de este sionismo, heredero de todas las utopías y realizaciones anteriores, lo necesitamos los judíos y también lo necesita la humanidad.
Como dijo Teodoro Herzl en ¨El Estado Judío¨ (1895):
«el mundo se liberta con nuestra libertad, se enriquece con nuestra riqueza y se engrandece con nuestra grandeza»
En este Sesenta Aniversario de nuestra independencia, Israel está protagonizando una heroica y difícil lucha por su existencia, por su continuidad y por todos sus derechos de preservarse como Estado judío, libre y democrático.
Israel nos necesita a todos, a vos y a mi, judios y no judios, a nosotros los que vivimos en Eretz Israel y a ustedes los que habitan en este ancho y polifacético mundo.
Israel nos necesita y tenemos muchas formas de ayudarlo, he aquí una lista tentativa de veinticinco propuestas, que puede ser ampliada y concretizada por ti, por mí y por todos:
1) Participemos en marchas y manifestaciones en apoyo de Israel.
2) Compremos productos y utilicemos servicios de empresas y organizaciones israelíes.
3) Aportemos a que los soldados israelíes tengan una mejor calidad de vida.
4) Solidaricémonos permanentemente con nuestros hermanos cautivos:
Ron Arad, Gilat Shalit, Ehud Golwasser, Eldad Reguev y Jonathan Pollard.
5) Ayudemos a proveer de apoyo emocional y financiero a las víctimas del terror en Israel.
6) Comuniquémonos con nuestros amigos en Israel así como con las Instituciones israelíes desde todo el mundo, para darles nuestro apoyo.
7) Mantengámonos informados leyendo la prensa judía e israelí, reflexionemos con nuestros columnistas, escritores y poetas, enriquezcámonos con nuestros músicos, pintores y escultores y disfrutemos con nuestros creadores y artistas.
8) Crear espacios virtuales en Internet para contrarrestar la información tendenciosa contra Israel en los medios de comunicación.
9) Luchemos contra el anti-semitismo en todo el mundo y enfrentemos la maliciosa campaña anti israelí del fundamentalismo islámico y sus socios del Mundo.
10) Escribamos a los periódicos que ofrezcan información tendenciosa contra Israel y esclarezcamos la veracidad de los hechos que acontecen.
11) Enviemos este espacio a otras personas que tú creas que estén interesadas en hacer lo mismo.
12) Participemos de la Comunidad Judía más cercana y afín en actividades culturales, sociales, deportivas, religiosas, ayuda al prójimo y por supuesto: esclarecimiento.
13) Realicemos hasbara (explicaciones/esclarecimiento) en todos los ámbitos pero también entre nuestros hermanos judíos que a veces están muy confusos y también lo necesitan.
14) Hagamos conocer la verdad a todos los líderes y dirigentes del mundo, de vuestros países y de vuestras ciudades, que tengan poder de decisión.
Todo mensaje se lee, se escucha y se tiene en cuenta.
15) Ejerzamos los derechos que nos otorga esta democracia de manifestar libremente nuestras ideas y nuestros sentimientos a nuestros dirigentes.
16) Investiguemos y estudiemos nuestra rica y milenaria historia para saber quienes somos, informémonos de la vida y obra de tantos protagonistas judíos que hicieron posible que lleguemos hasta aquí.
17) Viajemos y conozcamos la tierra de Israel, desde los sagrados y gloriosos vestigios de nuestro pasado hasta los extraordinarios avances y logros del presente.
18) Pensemos que Israel no solo necesita de nuestra simpatía sino también de nuestro aporte concreto.
19) Luchemos contra las diferentes formas de asimilación física y espiritual de nuestros hermanos del mundo.
20) Profundicemos en niños y jóvenes el conocimiento y la reflexión de nuestros valores éticos y espirituales y los trascendentes aportes del pueblo de Israel a la Humanidad.
Volvamos a nuestras fuentes.
21) Cuidemos nuestro ambiente natural y plantemos árboles en Israel.
22) Fortalezcamos la democracia y la participación activa en Israel y en todos los países e Instituciones del Mundo.
23) Tomemos una mayor conciencia del rol individual y grupal en la sociedad promoviendo el respeto ''por el otro'', especialmente a los ancianos, a la minusvalidez y a los necesitados.
24) Reflexionemos que la desaparición física del Estado de Israel puede significar para las indefensas Comunidades Judías del mundo estar expuestas a persecuciones, expulsiones y genocidios como ocurrió hasta hace muy pocos años, antes de la creación de este Estado.
25) Somos un pueblo multifacético, tenemos distintos tonos de piel, hablamos lenguas diferentes, nos identificamos con ideologías políticas variadas, desarrollamos diversas costumbres, pero tenemos elementos fundamentales en común: Judaísmo y el amor a la Tierra de Israel.
Mantengámonos unidos en medio de esta natural heterogeneidad, Seamos un pueblo Pluralista con un Destino en Común.
26) La lista sigue abierta a tu valioso aporte.
Es mucho el camino recorrido, mucho más el que aún queda por recorrer
¡AM ISRAEL JAI!
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