jueves, 23 de julio de 2009

Prostitución "solidaria"


Si esta tiparraca se vendiera por dinero estaría en su derecho y merecería todo mi respeto. Pero ella vende a las mujeres saudíes que viven esclavizadas por los que pagarán la cuenta de esta putita, vende a los homosexuales que son asesinados por los que solidariamente financiarán sus cuentos. Es lo peor de lo peor.

«Human Rights Watch» visita Arabia Saudí “
Por David Bernstein

En busca de fondos saudíes para contrarrestar a los «grupos de presión pro-israelíes»

Una delegación de «Human Rights Watch» (HRW) acaba de estar en Arabia Saudí. ¿Para abordar el tema del maltrato hacia la mujer bajo la legislación saudí? ¿Para hacer campaña a favor de los derechos de los homosexuales, que son castigados en este país con la pena de muerte? ¿Para protestar contra la falta de libertad religiosa en el reino saudí? ¿Para elaborar un informe acerca de sus prisioneros políticos?

No, no, no y no. La delegación viajó al país para recaudar fondos entre los saudíes adinerados, poniendo énfasis en la demonización de Israel que lleva a cabo HRW. Sarah Leah Whitson, portavoz de HRW, hizo hincapié así en la lucha de su organización contra los «grupos de presión pro-israelíes de Estados Unidos, la Unión Europea y Naciones Unidas». (¿Le pedirían a Whitson que se pusiera el burka, o se hacen excepciones con los activistas «pro-derechos humanos» anti-israelíes que están de visita? Ni hablar de conducir un coche, por supuesto).

Al parecer, Whitson no tuvo tiempo de criticar el pésimo estado de los derechos humanos en Arabia Saudí. Pero que nadie se alarme, pues «hace poco, HRW instó al reino a hacer más para proteger los derechos de los trabajadores domésticos».

Nada malo hay en que una organización que trabaja en pos de los derechos humanos se preocupe por el maltrato a los trabajadores domésticos. Pero hay algo que falla cuando una organización que trabaja en pos de los derechos humanos va a uno de los peores países del mundo en cuestión de derechos humanos con el objetivo de recaudar dinero para acosar judicialmente a Israel, sin decir ni una sola palabra, durante todo el viaje, sobre la situación de los derechos humanos en el propio país. De hecho, podría decirse que prácticamente todo el público al que se dirigió Whitson emplea servicio doméstico, una oportunidad desaprovechada de publicitar el trabajo de su organización para la mejora de las condiciones de la servidumbre. Sin embargo, Whitson no estaba recaudando dinero en apoyo a los derechos humanos, sino para la campaña propagandística de «Human Rights Watch» contra Israel.

Alguien que dice haber trabajado para HRW me ha escrito lo siguiente: «Puedo decirle que las personas que se encargan de la parte de investigación y formulación de políticas de la organización tienen poco contacto, si es que tienen alguno, con los donantes». Si fuera cierto, esto parecería ser una nueva excepción de HRW para con Israel: Whitson, que hizo su presentación ante potenciales donantes saudíes, dirige la División de HRW para Oriente Medio y el Norte de África.

Asimismo, según comenta Nathan Wagner en “OpinionJuris”: «No cabe duda de que existe una diferencia moral entre recaudar fondos en países libres haciendo llamamientos al ideal de los derechos humanos universales, y el recaudar dinero en países represivos con el argumento de la presión que resultará contra sus enemigos. [Es más], la primera clase de recaudación no pone en peligro el cometido de la organización, pero recaudar fondos como Bernstein resalta, sí lo hace, ya que depender de forma significativa de tales fondos acallará, necesariamente, cualquier crítica dirigida al citado gobierno represivo.»

Finalmente, los habrá que defiendan a HRW, aludiendo a que en el pasado la organización ya criticó con bastante firmeza el historial de Arabia Saudí. Con este artículo no pretendo decir, sin embargo, que HRW sea pro-saudí, sino que es obsesivamente anti-israelí. La última prueba de ello es que sus directivos no hayan visto nada indecoroso en recaudar fondos entre la élite de uno de los regímenes más totalitarios del planeta, poniendo de manifiesto la necesidad de contar con su dinero para luchar contra «fuerzas pro-israelíes», sin la sentida obligación de abordar las múltiples violaciones de los derechos humanos de los saudíes, y sin preocuparles, aparentemente, el hecho de que depender de los fondos que emanan de una brutal dictadura los hará vulnerables ante la misma, cuando ésta decida cortarles el grifo más adelante por no «comportarse».


El delirio de Human Rights
Por Pilar Rahola

¿Estúpidos? ¿Definitivamente imbéciles? O sólo se trata de constatar un hecho irrefutable: que algunas de estas organizaciones se definen más nítidamente por su odio a Israel, que por la defensa de los derechos humanos, hasta el punto de que estos se convierten en la pura coartada de su cruzada ideológica.

Extraigo la información de un artículo de David Bernstein en el The Wall Street Journal de hace pocos días. En él, el profesor de la George Mason University y experto en derechos civiles, expresa su indignada sorpresa ante el viaje que Human Rights Watch acaba de hacer a Arabia Saudí.

Se pregunta David Bernstein por los motivos que han llevado a Sarah Leah Whitson, la directora de derechos humanos de Human para Medio Oriente, a viajar al país de los Saúd, y las preguntas se acumulan en su artículo: "Ha viajado ¿para abordar el tema del maltrato hacia la mujer bajo la legislación saudí?; ¿para hacer campaña a favor de los derechos de los homosexuales, que son castigados con la pena de muerte?; ¿para protestar contra la falta de libertad religiosa en el reino saudí, o la situación de los presos políticos..."

Y él mismo explica que no, que ninguna de estas hirientes cuestiones han motivado el viaje de Human a uno de los países que más impunemente destruyen los derechos fundamentales. El paseo de Sarah Leah ha tenido la intención de recabar dinero de las grandes fortunas saudíes para, según ella misma, "luchar contra los grupos de presión proisraelíes de Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas".

Así explicaba el viaje una agencia saudí: "Human Rights está ganando reconocimiento y apoyo en el mundo árabe y en Arabia Saudita. Entre otros grandes encuentros, comieron con el prominente empresario Emad bin Jameel Al-Hejailan, y con otros miembros de la alta sociedad del Reino". Y añadía que la obsesión antiisraelí de Human Rights era una garantía de simpatía y acuerdo.

Se pregunta Bernstein, y me pregunto con el mismo entusiasmo, si esta dicharachera Sarah Leah hizo sus encuentros con una bonita burka, si condujo ella misma el coche, si se atrevió a enseñar un tobillo o si, directamente, su avión voló de Nueva York al palacio de sus anfitriones, sin tener que pasearse por este paraíso de las libertades femeninas.
Lo único seguro es que su viaje, dinero en mano, fue un éxito.

¿Estúpidos? ¿Definitivamente imbéciles? O sólo se trata de constatar un hecho irrefutable: que algunas de estas organizaciones se definen más nítidamente por su odio a Israel, que por la defensa de los derechos humanos, hasta el punto de que estos se convierten en la pura coartada de su cruzada ideológica.

Ni tan sólo es buenismo o ingenuidad suicida, sino algo peor: es la práctica de una solidaridad de pacotilla, abiertamente reaccionaria, cuya finalidad es la obsesión ideológica que la define. Todo vale contra Israel, incluso vale el "dinero limpio" de una dictadura brutal.

A partir de ahora, ¿qué neutralidad aspira a vender Human Rights? Y, sobre todo, ¿qué credibilidad espera tener? Tendrá que buscarla en Arabia Saudita, donde saben mucho de derechos humanos.

Pilar Rahola

La Vanguardia. Barcelona.

Reenvia: www.porisrael.org

2 comentarios:

Javier dijo...

Estas organizaciones con nombres tan pomposos (Human Rights Watch, Amnistía Internacional, etc.) sólo sirven como tapadera a regímenes totalitarios, enfocando la atención siempre hacia el mismo lado.

Juan Hernández dijo...

¡Qué hija de la grandísima!
Ya podía abrir un chiringuito solidario allí: "Ablaciones, ladidaciones & putadas mil corporation". Que le zurzan.