sábado, 25 de julio de 2009

Israel también es esto


El Secreto Mejor Guardado de los Medios de Comunicación : ¿Le Han Hecho un Masaje Herbal Thai últimamente en Israel? Por Willy Stern

The Weekly Standard

Rosh Pina, Israel

Es posible que no exista, en ningún otro lugar del globo, una mayor discrepancia entre percepción y realidad que en Israel. La prensa describe al país como una tierra salvaje atormentada por la guerra y el terrorismo, y muchos extranjeros tienen la impresión de que los israelíes viven sus vidas diariamente encogidos de miedo, entre interminables ciclos de violencia. La realidad, sin embargo, es la de un país de 7,4 millones de personas cuya bolsa y cuya economía se mantienen zumbando bastante bien (por lo menos en contraste con el resto del globo) y cuyos ciudadanos se deleitan en su elegante estilo de vida mediterráneo.

Anita Blum no puede recordar la última vez que su lujoso centro vacacional de 100 habitaciones no estuvo ocupado totalmente para un fin de semana. El Hotel Mizpe Hayamim es un muy bien puesto spa en la Galilea, dos horas al norte de Tel Aviv, y las suites cuestan desde U$s 500 la noche. Blum cobra extra por las terapias – un masaje herbal Thai está a U$s 100 – y disfruta de un 75 % de tasa de ocupación a lo largo del año, que no cambió por las recientes hostilidades en Gaza y la crisis económica mundial.

Cuando se deambula por los lujosos jardines y se tiran U$s 75 en un almuerzo de bife carpaccio y entrecôte de vaca con vegetales orgánicos, es difícil pensar en Israel como una nación en guerra. Y los huéspedes no son sólo la última horneada de millonarios de alta tecnología israelíes. Al mismo tiempo que Blum tiene su parte de los muy ricos – tiene una plataforma para helicópteros, después de todo – cuenta, entre sus legiones de felices clientes, con soldados, maestros de escuela y estudiantes universitarios.

En Israel la vida continúa. Los diarios occidentales, simplemente, no se dan cuenta. Prefieren continuar con unos pocos argumentos trillados:

Policías arrastrando fuera de sus casas a colonos israelíes que se resisten. Terroristas de Hamas (o Hezbollah) con amenazantes capuchas negras blandiendo metralletas, un subproducto del prolongado “asunto palestino”.

Otro cohete aterrizó cerca de una escuela primaria en Sderot. Bulliciosos – y frecuentemente corruptos – políticos tratando de formar una coalición en medio de un sistema gubernamental disfuncional, aunque vibrantemente democrático.

Estas narrativas son reales, importantes y conmovedoras, pero son sólo parte de la historia de un país que ha visto 20 años de expansión económica ininterrumpida. (Está bien, mayormente ininterrumpida. La intifada de 2001-02 y la actual crisis económica se tomaron su cuota).

Israel, por supuesto, enfrenta tremendos obstáculos. Es minúscula, rodeada por enemigos y carente de recursos naturales. Tiene una creciente y educada población árabe de alrededor de 1,45 millones, cuyos magros ingresos agregan poco al PBI de $199.000 millones. (Aún con su, mayormente, no calificada fuerza de trabajo árabe, el ingreso per capita de Israel es de alrededor de $27.000, a la par de los de Nueva Zelanda y Corea del Sur). Y están los 700.000, más o menos, de la comunidad judía ultra ortodoxa que, generalmente, no aportan mucho en impuestos o no sirven en el ejército pero, desvergonzadamente, cobran la asistencia social del gobierno. Después están los muy importantes socios de negocios israelíes, que han tenido su paliza en la crisis económica global, exacerbando el crónico déficit comercial de Israel. Ha habido también una notable disminución en el sector de alta tecnología en los pasados dos años. Y, con Irán amenazando con convertirse en nuclear, los israelíes están inquietos acerca de su propia existencia.

Pero estas historias pierden de vista el punto importante: hoy en día Israel se ha convertido en una vibrante y funcional joya de nación encajada en el costado este del Mediterráneo. Tel Aviv se parece más a San Diego o Barcelona que a Bagdad o Kabul. En un reciente paseo de 8 kilómetros a lo largo de la Playa Gordon de Tel Aviv, vi a yuppies israelíes andando en bicicleta por el paseo marítimo, sobre bicicletas de montaña italianas de U$s 1.500, a adolescentes en trajes de neopreno surfeando en los rompientes, a una modelo rusa con profundo escote (nadie parecía conocer su nombre) sacándose una foto con una brevísima bikini, mientras hombres israelíes de mediana edad con abdomen y pechos velludos desvergonzadamente miraban embobados, filas de yates costosos fondeados en la marina de Tel Aviv, y una interminable corriente de aviones privados en su acercamiento final al pequeño aeropuerto de Sde Dov, y dos soldados israelíes en sosos uniformes verdes conversando y tomando Heineken. ¿Una nación en guerra? Se parecía más a la temporada alta en Coney Island.

“Algunos visitantes de primera vez están ciertamente sorprendidos cuando no encuentran tanques y camellos en las calles”, informa Hanna Munitz, directora general de la Opera Israelí. Israel tiene un ambiente cultural de clase mundial. ¿Quiere ver a Franco Zeffirelli y Daniel Baremboim? No hay problema. La Compañía de Danza Alvin Ailey viene de visita. La opera interpreta para audiencias al 97 % de su capacidad. “Sólo una vez, otra directora de ópera me dijo que no traería a su compañía a Israel porque éramos ‘asesinos de bebés’ o algún otro sinsentido”, dice Munitz, “pero, aún pagando poco, atraemos a los mejores talentos de alrededor del mundo. ¡Aman venir aquí!”.

No es sólo la cultura. Israel disfruta de universidades de primer nivel, restaurantes exclusivos, casas de un millón de dólares, arrogante arquitectura, y así por el estilo. Tomen la economía. En el cuarto trimestre del último año, cuando la economía global se fue al diablo, la tasa anual del PBI, trimestre sobre trimestre, bajó sólo el 0,5 %, la mejor cifra en el mundo industrializado. (Estados Unidos bajó el 6.3 % y Japón el 12,1 porciento). “Piense acerca de la resistencia de nuestra economía en tiempos recientes”, sugiere Zvi Eckstein, vice gobernador del Banco de Israel. “Nuestro primer ministro [tiene un infarto]. La guerra en Gaza. La guerra en Líbano. El gobierno está siendo reemplazado. Pero hemos mantenido una estructura macroeconómica estable y un fuerte sector de alta tecnología”.

¿Cuál es el secreto? Ayelet Nir, economista jefe en IBI, una firma israelí de inversión, hace un listado de las seis principales razones por las que la economía israelí haya estado mejor respecto de las antes nombradas:

Un sistema bancario muy conservador – sin la mayoría de los complejos y problemáticos instrumentos financieros de Estados Unidos.

Ninguna crisis hipotecaria en un país donde pagar el 50 % al contado no es inusual y donde los bancos frecuentemente piden garantes.

Un superávit de cuenta corriente desde 2003. Inflación insignificante. Prudente política fiscal del gobierno. Saludable integración en la economía mundial.

El último año, 483 compañías israelíes de alta tecnología recolectaron impresionantes U$s 2.080 millones de inversores de capital de riesgo locales y extranjeros. (Sólo las compañías de USA recolectaron más). Todos los principales jugadores tecnológicos – Google, Microsoft, IBM – tienen grandes centros de investigación en Israel. Van donde está el talento.

Tomen el caso de Isaac Berzin, un inventor israelí e ingeniero químico, nombrado por la revista Time, el último año, como una de las 100 personas más influyentes del mundo. Él es un científico asociado del MIT que descubrió el proceso para obtener energía renovable de algas marinas y podría vivir en cualquier parte del mundo. Su esposa y él, junto con sus tres hijas, eligieron Jerusalem. Berzin todavía debe realizar su servicio anual en la reserva del ejército – donde, se queja, conoce el “olor de cada media sucia” de su unidad. Pero Berzin piensa que el servicio militar obligatorio es muy positivo para Israel. Virtualmente, todo alumno del último año de secundaria se somete a una batería de pruebas antes de ser asignado a una unidad militar. Los mejores y más brillantes son enviados, en esta etapa temprana, a unidades de elite. El alumnado de esas unidades de elite forma el conducto natural hacia las firmas de alta tecnología. Piensen en esto como una mezcla de la Escuela de negocios de Harvard y el cuerpo de Infantería de Marina.

“Todos conocen los negocios de los demás”, explica Elisha Yanav, el presidente mascador de cigarros de Motorota en Israel. “Eso no deja lugar para B.S. Los resúmenes significan muy poco en nuestro país. Con unos pocos llamados telefónicos, se puede desnudar a cualquiera – cómo le fue en el jardín de infantes, su servicio militar, lo que sea. En nuestro país, aparentar es simplemente imposible”. Israel es hoy en día “el tercer lugar más caliente [después de Silicon Valley y Boston] para capital de riesgo en el mundo”, agrega Yanav. “Tenemos sólo 7 millones de personas pero hacemos suficiente ruido por 70 millones”.

No todo Israel es ruidoso. La bolsa de Tel Aviv, en particular, parece uno de los secretos mejor guardados del mundo. En los últimos doce meses, en medio de la hundimiento global, el índice Tel Aviv 100 bajo sólo un 15 %. (En contraste, el Índice FTSE 100 del R.U. está 24 % abajo, Nikkei 225 de Japón un 28 % y el índice S&P 500 está abajo 31 %). La resiliencia de algunos de los mercados israelíes está liderada por el éxito de Teva Pharmaceuticals, la firma israelí de drogas genéricas masivas, mercado tope de cerca de U$s 42.000 millones. (el ex CEO de Teva Kan Suesskind se refiere, burlonamente, a lo que él llama “curva de arrepentimiento” – esto es, gente que observa el gráfico del precio de las acciones de Teva a lo largo del tiempo y se arrepiente de no comprar esa acción). “Muchos países que conozco estarían contentos de intercambiar posición con nosotros, al menos en el frente económico”, informa Ben-Zion Zilberfarb, profesor de economía en la Universidad Bar-Ilan. “Nuestra recesión debería ser más suave”.

Y no son sólo los israelíes los que toman ventaja del boom. Hace un año, Carlos Arroyo estaba dándole pases a Dwight Howard y conduciendo a Orlando Magic a las eliminatorias de la NBA. Ahora se aproxima la medianoche en un lunes a la noche; Arroyo está sólo en un ligero 17 puntos, 4 rebotes, 4 asistencias. Está charlando en las entrañas de Nokia Arena acerca de su nueva vida. Está contento de estar afuera de Orlando. “Lo que realmente me gusta de este lugar es el chic, el estilo cosmopolita. Uno va al supermercado y encuentra comida asombrosa”. ¿De que ciudad está hablando? ¿Toronto? Pruebe Tel Aviv.

El año pasado, Arroyo aceptó una oferta multimillonaria en dólares, para jugar para el mejor equipo de básquet de Israel, Macabi Tel Aviv, cuando podría haberse comparado con LeBron y Kobe. Al comienzo de año, le dijo a un periodista visitante, “Los restaurantes [en Israel] son fantásticos. Está este particular restaurante italiano que a mi esposa realmente le gusta”. (Por más que le gusta Tel Aviv, probablemente Arroyo se vaya durante el receso de temporada ya que él y el entrenador de Macabi no encajan).

El Restaurante Chloelys en Tel Aviv es típico en el boom culinario que la esposa de Arroyo tanto admira. El piso de madera del restaurante se importó de Brasil, sus ladrillos de Bélgica y el chef Victor Gloger mantiene 7.000 botellas de vino en su bodega. El especial para hombres de negocios (filete de dorado con hojas de parra con relleno de queso búlgaro) cuesta U$s 32. En un lunes, el lugar estaba repleto con comerciantes de ruedas en camisas desabrochadas, serios Brooks Brothers con formal ropa de negocios, estudiantes universitarios aparentemente reforzados con tarjetas de crédito del papito, y la esposa del embajador belga.

Mientras los judíos religiosos se congregan en y alrededor de Jerusalem, los israelíes de onda acuden en masa a Tel Aviv. Bromean diciendo que es “la nueva ciudad que nunca duerme”. Sólo pregúntenle al Rapper negro, nacido en Baltimore, Joel Covington, un auto declarado judío – imagínense – que actúa bajo el nombre de escena de Sol Rebelde: “Puedo salir contigo un lunes a las 8 de la noche, llevarte a casa a las 8 de la mañana y nunca verás un momento aburrido. Si quieres divertirte en Tel Aviv, sólo trae un cepillo de dientes y un juego de ropa interior extra – nunca se sabe que se encuentra”.

Una cosa que los residentes de Tel Aviv no pueden encontrar es un lugar barato para vivir. Olvídense de darse una vuelta por Israel y encontrar una pichincha de departamento. No hay. Un piso de 3 dormitorios en una torre elegante como Arov Toser en Tel Aviv cuesta U$s 2 millones. ¿Qué precio se pide por una casa de 110 m2, con pileta de natación, en las cercanías de la calle David Smilansky – aproximadamente similar a Bethesda, pero con una más corta comunicación con el centro? Pruebe con U$s 4 millones. Lo bueno, por cierto: Compre la casa y podrá ir caminando a los negocios de Gucci y Armani en la vecina plaza Kikar Hamedina. Los precios de los inmuebles residenciales israelíes están en un modesto 5-10 % menos desde el golpe bajista global, informa Adina Haham, CEO de Anglo-Saxon Real Estate en Tel Aviv. Y los precios ya están elevándose lentamente de nuevo.

Los millonarios de alta tecnología son dueños de un montón de estas casas. “Los israelíes que se encuentran en las laderas de Aspen mayormente son tipos de la alta tecnología”, explica Zilberfarb de la Universidad Bar Ilan. ¿Cómo se las arregló Israel para tener éxito en la alta tecnología? Cada israelí en el campo de la alta tecnología puede recitar los datos nacionales como un descolorido vago clasifica las estadísticas de béisbol:

Israel produce más ensayos científicos per capita que cualquier otro país.

Israel está sólo atrás de Estados Unidos en la cantidad de compañías listadas en NASDAQ.

El 24 % de la fuerza de trabajo de Israel tiene un grado universitario; sólo Estados Unidos y Holanda tienen un número mayor.

Israel es líder en el mundo en científicos y técnicos per capita.

¿Por qué ésto ha producido un boom tecnológico? Hay tantas teorías como israelíes, parece, pero la más convincente es la presentada por Haim Harare, presidente retirado del Instituto Weizmann de Ciencia:

Si se realizara la Olimpíada de Ciencia en Europa, estaríamos segundos o primeros. Yo alego que nuestro éxito tiene que ver con el carácter nacional de los israelíes. El carácter israelí – o judío – es ambicioso, caótico, indisciplinado, desorganizado (no tenemos un papa), frecuentemente brillante, y pensamos que sabemos mejor que nadie todas las respuestas. Éstas son las mismas exactas habilidades que se necesitan para la puesta en marcha de la alta tecnología, pero, por supuesto, no tenemos ninguna de las habilidades para conducir una gran compañía.

Una teoría alternativa, propugnada por muchos israelíes serios, es que la prototípica exigente madre judía es la que conduce el boom de alta tecnología. ¡Estudia duro! ¡Haz algo de tu vida!

La tecnología israelí, ciertamente, ha sido una parte importante de la era Internet. ¿El teléfono celular? Desarrollado en Israel. ¿Qué decir del sistema operativo Windows NT y de la tecnología de correo de voz, de la tecnología del Pentium MMX? Diseñados en Israel. ¿Messenger instantáneo? Desarrollado en Israel. La lista continúa. El software del cortafuego de seguridad se originó en Israel. La última irrupción es el “PillCam”, una videocámara que puede ser tragada y ayuda a los médicos a diagnosticar el cáncer de intestino.

“Había un suicida con una bomba en este mismo café durante la Intifada”, dice Jonathan Medved, tomando un espeso café en el Café Caffit en Jerusalem. Él es un estadounidense inmigrado, propenso a los llamativos pantalones cortos hawaianos, y uno de los capitalistas de riesgo de avanzada de Israel. “Se arreglaron para detenerlo ahí, enfrente, y no pudo detonarla”. Así es como vivimos. Y aquí estamos hoy en día. La improvisación es nuestro plan nacional. Somos una nación de tomadores de riesgos”. Exitosos tomadores de riesgos, en general, y no sólo en alta tecnología.

Tomen el caso de Eli Ben-Zaken. Hace veinte años, era un granjero de poca monta a cargo de un cobertizo de gallinas. También se interesaba en vinos, entonces lo arriesgó todo. Hoy en día es el orgulloso dueño de Domaine du Castel, una bodega enclavada en una preciosa cima de los ondulados Montes de Judea. Su vino se vende desde Hong Kong hasta Brasil. Entre a Zachys en Scarsdale y una botella de su Grand Vin Kosher 2006 le costará U$s 89,99. “Siempre digo, gracias a Dios por los snobs”, dice el subestimado Ben-Zaken. “Comenzaron tomando vino por las razones equivocadas, pero se mantuvieron porque aprendieron a apreciar el buen vino”.

Algunos israelíes apuntan hacia las tensiones irresueltas del país con los vecinos árabes como un factor de su éxito. “El conflicto es también una muy fuerte fuente de creación artística”, informa Hanan Pomagrin, un arquitecto israelí muy bien considerado. “Un área en conflicto no siempre es negativa; mantiene a la gente alerta. No digo que no quisiera ver la resolución de este conflicto, pero éste también contribuye a la enorme energía que se siente cuando se visita Israel”.

La mismísima energía ha impulsado a los israelíes de todas las franjas a la escena mundial. Una es Bar Rafaeli, la escultural modelo israelí que apareció en la tapa de la última edición de trajes de baño de Sports Illustrated y que estuvo vinculada románticamente con Leonardo DiCaprio. Otro es Michael Arad, un ex soldado en la Brigada Golani de elite; en 2004, ganó la competencia de diseño para el Memorial del World Trade Center. Y está Ronen Chen, el diseñador basado en Tel Aviv, cuya sofisticada ropa femenina, a precios que están al alcance de una secretaria, se encuentran en las boutiques chic alrededor de Estados Unidos. Después está la Compañía de Danza Batsheva, un icono cultural israelí que actúa ante repletas audiencias alrededor del globo. Y no se puede deambular por una sala profesoral de ninguna escuela de la Ivy League sin toparse con un israelí inmigrado.

Pero los israelíes aman a su hogar, y por una buena razón. “Trate de encontrar algún lugar en Toscana que sea tan bello como la Galilea”, dice Eckstein del Banco de Israel. Despierte en Tel Aviv y puede estar esquiando en las laderas del Mt. Hermon después de un encantador, aunque ventoso, viaje de tres horas. Eso es, por lejos, más fácil que el trayecto del Upper West Side a Stowe. Termine su día de trabajo en Jerusalem y puede hacer scuba diving en Eilat, en el Mar Rojo, después de un rápido vuelo.

Por supuesto, no todos los israelíes pueden afrontar las escapadas de fin de semana. Hay sórdidos barrios bajos en el país. Entre ellos, aún luchando denodadamente: palestinos y las recientes olas de inmigrantes de Rusia y Etiopía. También israelíes exitosos tienen sus asuntos. Olvídense acerca de la industria de servicios; los israelíes bromean orgullosamente con que su nación produce el teléfono celular pero ningún mozo decente. Es una nación donde la mala educación, la conducción imprudente, el engaño en los vueltos de los taxis y colarse en las filas son formas de arte nacionales.

Todavía nada de esto es evidente en el hermoso spa en Mizpe Hayamim. El centro vacacional puede que no tenga un mayor fanático que Dita Kohl-Roman, que ha estado de vacaciones ahí por más de dos décadas – desde que su suegra la llevó por primera vez. “Mi hija – una estudiante de física y latín en la Universidad Hebrea – hoy continúa con la tradición”, dice Kohl-Roman, directora de desarrollo de recursos en Kishorit, una comunidad para aquellos que tienen necesidades especiales. “¡Ella va con su novio!”

Anita Blum, la siempre gentil dueña del spa, es cuidadosa acerca de la confidencialidad de sus huéspedes, pero sus empleados no pueden evitar presumir acerca de dos de sus muchas cabras en la magnífica granja orgánica. Una se llama “Sharon”. La otra se llama “Stone”. Sí, parece que el otro Israel – no el país de terroristas sino el de la leche y la miel y las cabras – puede finalmente ser descubierto.

Willy Stern, un escritor basado en Nashville, ha reporteado desde los seis continentes-

Traducción para porisrael.org : José Blumenfeld

Gentileza: Jorge Cohen

Reenvio: www.porisrael.org


No hay comentarios: