viernes, 2 de mayo de 2008

Nunca digas que vas tu último camino


Con motivo de Iom Hashoá Andrés nos manda el siguiente artículo publicado por su abuelo en octubre de 1953 en el diario “El territorio” Posadas, Misiones, Argentina

FLORES EN EL AIRE
Dedicado a mis padres y familiares asesinados en Kobrin, Polonia en octubre de 1943.

Los pueblos civilizados acostumbran a colocar ofrendas florales sobre las tumbas de sus desaparecidos, venerando los recuerdos de aquellos que les eran queridos en vida.

También se dejan flotar coronas de flores sobre el agua cuando algún buque con pasajeros desaparece en las profundidades del mar o del río.

En tiempos bélicos, aviadores han dejado caer coronas se flores sobre el lugar donde algunos compatriotas, envueltos en llamas, cayeron al ser alcanzados por los cañones enemigos. También quiero proceder en forma análoga.

Al cumplirse el décimo aniversario del aniquilamiento de todos mis familiares, quise ofrendarles el testimonio de mi veneración. Pero una incógnita me deja en la incertidumbre: Dónde…? Dónde colocar esa ofrenda…? Dónde están las tumbas….?

¿Dónde fueron enterrados mi padre, madre, hermana, cuñado, sobrinito, tíos, primos y todos aquellos que me han sido tan queridos y tan cerca de mi corazón?

¿En el llano? ¿En el monte? ¿Fueron echados al río o fueron pasto de las llamas?

Decid vosotros, buena gente ¿no sabéis dónde está la última morada de mis padres y mis familiares? ¿No sabéis cómo se ha producido el fallecimiento de ellos?¿ O es que acaso no han tenido siquiera la dicha de ser sepultados como gente?. ¿O fueron convertidos en ceniza como la mayoría del pueblo judío que fue arrastrada a los hornos crematorios?

La ceniza vuela por el mundo como almas en pena, llorando por sus vidas truncadas, por sus años no vividos maldiciendo a los archiasesinos nazis que con tanta fiereza los aniquilaron a todos. ¿Puede el cerebro humano concebir algo tan cruel, tan despiadado y tan cobarde?. ¿Puede el ser racional convertirse en una fiera hambrienta y sedienta e sangre humano como lo han sido los nazis?

¿Puede el amigo lector imaginarse lo que significa perder en esta forma a toda una vasta familia, a todos, sin excepción, a ancianos de edad otoñal junto con hombres maduros en pleno verano de su vida., acompañados con criaturas que empiezan a dar sus primeros pasos en la primavera de su existencia? ¿Puede imaginarse?

Todos fueron llevados al último camino sin retorno. Ninguno se ha salvado de ese trágico destino. No hay más a quién enviar saludos, ni recibir de ellos noticias, como si uno hubiera nacido de una piedra ¿Acaso soy realmente nacido de una piedra? ¿Acaso no tuve yo también padre, madre y otros familiares como todos? ¿Acaso soy como un hongo que brota de la nada?

Cuando sopla el viento y escucho un susurro, me parece oír voces humanas y llantos de criaturas inocentes.

¿No serán ellos que me hablan? ¿No serán sus voces que claman justicia y venganza por la sangre vertida?

Hoy es el triste aniversario cuando esos seres humanos, llenos de vida y vigor, fueron convertidos en un santiamén en cenizas. A estas cenizas que simbolizan a quienes han sido mis seres queridos, desparramaré por el viento pétalos de flores, para que les acompañen y les transmitan mi mensaje, exteriorizando al impulso de mi corazón dolorido y decirles: “Que hasta tanto lata un solo corazón judío en el mundo, éste no perderá la esperanza de ver la justicia, que los súper asesinos nazis pagarán con su sangre los crímenes cometidos, que los mares de sangre absorbidos por la tierra retornarán para caer sobre sus propias cabezas que, como torrentes de lava, las cenizas de millones y millones de víctimas arremeterán sobre los asesinos violadores y saqueadores. Entonces no habrá más en el mundo entero esta incertidumbre: ¿DÓNDE?

Vayan mis palabras, conviértanse en pétalos y desparrámense por el mundo para cumplir la misión que les estoy encomendando.

1943-octubre-1953

Pedro Lew.


Nunca digas que vas tu último camino
aunque los días azules se oculten tras cielos plomizos;
todavía ha de llegar el momento soñado
y resonará nuestro paso: ¡aquí estamos!

Desde el país de las nieves al de las palmeras
aquí estamos con nuestro dolor, con nuestra pena;
y donde cayera una gota de nuestra sangre
brotará nuestro heroísmo, nuestro coraje.

El sol de mañana dorará nuecero hoy
y el enemigo se esfumará con el ayer,
pero si demorara en aparecer el sol
por generaciones vaya como consigna esta canción.

Esta canción ha sido escrita con plomo y sangre;
no es el canto libre de un pájaro salvaje;
entre un desplomarse de muros resquebrajados
le cantó un pueblo con armas en mano.

Nunca digas entonces que vas tu último camino
aunque los días azules se oculten tras cielos plomizos;
todavía ha de llegar el momento soñado
y resonará nuestro paso: ¡aquí estamos!

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