jueves, 24 de septiembre de 2009

Rajoy es igual que ZP

Rajoy ve "bien" el burka siempre que su uso se limite "al ámbito privado"



El presidente del PP, Mariano Rajoy, se ha referido hoy a la decisión del juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez de impedir testificar en la Audiencia Nacional a una mujer que compareció cubierta por completo por un burka. Rajoy hizo hincapié en que la libertad de costumbres en el ámbito de lo privado está "muy bien", mientras que en el ámbito de lo público "hay que cumplir la ley y el ordenamiento jurídico. Rajoy ha dicho que está a favor de que "las personas que vengan a España legalmente, tengan los mismos derechos que los españoles, pero también las mismas obligaciones".

"Si no, esto no va a funcionar. En eso hay que ser muy contundente. Si esta señora tiene que ir allí, que vaya como vamos los demás, que es como diga la ley y el juez", ha concluido.

La polémica ha surgido después de que una testigo, citada en la vista que juzga a nueve presuntos islamistas por enviar muyahidines a Iraq, se negase ayer a quitarse el burka para declarar a rostro descubierto, por lo que el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, le pidió que abandone la sala.

Ante su negativa, el juez le explicó que en los tribunales españoles es obligatorio declarar con el rostro descubierto y la citó al término de la sesión en su despacho junto con la fiscal Dolores Delgado, donde la convencieron para que comparezca el próximo lunes con el burka pero mostrando la cara, aunque de espaldas al público.

"Las creencias no están por encima de la ley civil"

"Viendo su rostro, yo puedo ver si me miente o no, si le sorprende alguna pregunta o no", le explicó durante el juicio Gómez Bermúdez, que dijo que no quería proceder contra ella por desobediencia. El magistrado subrayó que las creencias religiosas no pueden estar por encima de la ley civil.

En un principio, la mujer, hermana de Hassan Hssisni -el suicida que perpetró un atentado terrorista en Iraq en enero de 2005-, rechazó descubrir su rostro ante la sala, alegando que sus creencias religiosas se lo prohíben y que ya había mostrado su cara a una agente de la Policía a la entrada de la Audiencia Nacional. Además, recordó que ante el juez Baltasar Garzón declaró cubierta durante la instrucción de la causa.

No obstante, tras reunirse con el juez en su despacho ha accedido a declarar el lunes, se mostró muy contenta porque el juez le ha permitido declarar con el burka, aunque con el rostro descubierto -por encima de las cejas y por debajo del mentón-, sin cámaras y sin público. Según ha dicho a los medios de comunicación, el magistrado "ha sido muy amable".

Durante esa breve reunión, según fuentes jurídicas, el juez y la fiscal explicaron a la testigo que tampoco una monja podría declarar con el rostro tapado ante un tribunal, ya que esto impediría a la sala valorar las expresiones durante su declaración. Tanto ella como su marido Francisco fueron citados como testigos en el juicio contra nueve presuntos integrantes de dos células integristas desarticuladas en Madrid y en Cataluña en 2006 que se dedicaban a captar muyahidines para enviarlos a Iraq a cometer atentados suicidas.

Al final acabarán siendo indistinguibles para las cosas importantes. ¿Qué ve bien el burka? así nos va. Quien se acuesta con niños amanece mojado y quien "respeta "que se convierta a la mujer en una persona de segunda se transforma él mismo en un maltratador, lo mismo que el que se alía con dictadores y reyezuelos se convierte en tirano.

La pasión burka de Zapatero

Casi al mismo tiempo que nuestro huidizo presidente del Gobierno afirmaba en la CNN que el próximo día 13 defenderá ante Obama la necesidad de un acuerdo con los islamismos moderados como solución política al conflicto de Afganistán, una mujer, hermana de un suicida en Irak, declaraba como testigo en la Audiencia Nacional y lo hacía completamente tapada por un burka, lo que le supuso un apercibimiento del juez Gómez Bermúdez y la obligación de tener que volver de nuevo a declarar, esta vez con el rostro destapado. Traigo ambas cosas a colación porque la segunda me sirve de argumento contra la primera y contra esa obsesión buenista de la que hace gala nuestro presidente cuando se trata de defender la conciliación política con el Islam.

La obsesión zapateril por darle al Islam lo que le niega al cristianismo viene ya de lejos, desde que se le ocurriera aquella idea estúpida de la Alianza de Civilizaciones y con ello abriera un debate social sobre la permisividad con una religión cuya ortodoxia dista mucho de ser compatible con el relativismo moral que predica nuestro presidente y lleva a la práctica su Gobierno. La izquierda siempre ha sentido una cierta inclinación a dejarse seducir por el islamismo, quizás como contrapunto al semitismo que proyectaba la supremacía norteamericana sobre las políticas de Estado europeas, de ahí que se pusiera de moda entre la progresía anudarse al cuello el pañuelo palestino como símbolo de rebelión antiyanqui. Esa complacencia con el mundo musulmán se contrarrestaba, y se contrarresta, con el acoso que desde esa misma izquierda se ha venido ejerciendo sobre la Iglesia Católica. Y no deja de ser sorprendente.

Verán, diga lo que diga Rodríguez, no existe un islamismo moderado. Existen estados musulmanes que no practican la violencia, es cierto, pero de ninguno de ellos puede decirse que sea democrático tal y como en las sociedades occidentales entendemos la democracia, y a la hora de la verdad siempre van a estar del lado de sus hermanos de fe, por muy fanáticos que estos sean, frente a los infieles que somos nosotros. En todos los estados musulmanes, sean radicales o sean, como dice Rodríguez, moderados, el Islam es la religión oficial y única y sus leyes se contemplan con mayor o menor intensidad, pero nunca se transgreden. Es verdad que en Túnez o en Marruecos no se cuelga a los homosexuales de una grúa como si se hace en Irán, pero en todos esos países la homosexualidad es delito y en Marruecos puede ser penada hasta con tres años de cárcel… ¿eso es lo que entiende Rodríguez por moderación?

Los ejemplos se cuentan a cientos y no es este lugar para hacer un balance exhaustivo de esas diferencias. El cristianismo es una religión comprensiva que se fundamenta en el amor al prójimo sea cual sea su color, religión, sexo e ideología. El Islam no, el Islam es una religión impositiva que se fundamenta en la exclusión del prójimo si este no se convierte. ¿Cómo es posible, entonces, que quien se dice precursor del talante y la concordia tienda una mano hacia quien la rechaza, y la niegue a quien se la ofrece? Solo se explica desde el sectarismo con el que Rodríguez actúa en toda la amplitud de su quehacer político. El problema es que, hasta ahora, su política complaciente y sumisa había naufragado en el turbulento mar de las relaciones internacionales en el que no cabía la idea del diálogo con quienes ponen bombas y envían suicidas y quienes les financian y dan cobijo. Pero Obama, en esto, es una incógnita. Un día parece que se mantiene firme en la defensa de los valores occidentales frente al fanatismo islamista, y al otro da la sensación de que se deja convencer por los apóstoles de la comprensión como Rodríguez.

Dicho lo cual, la posición de Rodríguez no deja de ser de lo más sorprendente. Mientras estaba Bush en la Casa Blanca, tenía cabida ese discurso buenista que nos distanció significativamente de Washington pero, ¿Ahora? ¿A qué viene? No se corresponde con la decisión del Gobierno español de aumentar nuestras tropas en una guerra contra el fundamentalismo islámico, porque eso es lo que de verdad están haciendo allí nuestros soldados. ¿Se trata, por tanto, de una bienintencionada manera de sentirse cómodo con su conciencia pacifista? Rodríguez se ha convertido en una especie de perrito faldero de Obama, y ha caído inexorablemente en la misma actitud genuflexa que tanto criticó a Aznar, sólo que aquel fue valiente a la hora de defender lo que estaba haciendo, y este es un cobarde que esconde la verdad a los ciudadanos.

El peligro de gobernantes como Rodríguez es que no son capaces de comprender la trascendencia del momento que están viviendo, y por una combinación de oportunismo electoralista y apaciguamiento de su conciencia izquierdista son capaces de darle al Islam aquí lo que están combatiendo allí: ayer, Fátima Hssisni no pudo declarar con el burka, pero dentro de no pocos años serán las mujeres españolas las que tengan que taparse el rostro delante de un juez. Al tiempo.

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